Frente a la ola de protestas y manifestaciones que ocurren en todo lo largo y ancho del territorio nacional en contra del sistema de gobierno actual, se hace necesario pensar con claridad las mejores estrategias para organizar una lucha no violenta. El director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón, refirió en su artículo, «¿Violencia o resultados?» que: «Las protestas no violentas alcanzan más niveles de participación«.
Asimismo, en conversación con María Alesia Machado y Carlos Enrique Pérez en el programa Espacio Abierto, expresó que «el responder a la violencia con violencia es lo lógico si se ve desde un punto de vista intuitivo«, luego de varios trabajos se ha determinado que el uso de la violencia puede ser un factor adverso a la hora de manifestar. Indicó, que un análisis de 100 años de protestas, realizado por Erica Chenoweth, arrojó que el 20 % de las protestas que tuvieron una dinámica violenta lograron el objetivo que perseguían, mientras que el 56 % de protestas no violentas fueron exitosas.
Explicando el análisis de Chenoweth, Alarcón mencionó que las protestas no violentas suman la participación del «3 al 5 por ciento» de la población, mientras que las protestas violentas no llegan a esas cifras, pues crean 3 tipos de barreras: «la física, la psicológica y las morales, que obligan al manifestante a pensar dos veces en participar en la misma».
También, manifestó que el Gobierno busca crear protestas violentas para disminuir el número de manifestantes y así poder reprimir a los pocas personas que queden, de esa forma se excusan en el uso excesivo de la fuerza alegando que la manifestación se tornó violenta.
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