El gobierno venezolano se ha visto descalificado en diversos frentes con la votación y los resultados del proceso constituyente, el cual ha ejercido una fuerte presión internacional que cada día va en aumento y amenaza con más sanciones, incluso de aquellos organismos que solo exigían diálogo entre las partes. El internacionalista, Sadio Garavini explicó que en «todos los casos de transiciones de países totalitarios hacia gobiernos democráticos (…), siempre ha habido una pinza, presiones nacionales e internacionales para presionar a gobiernos totalitarios«.

«La lista de países se hace cada vez más grande; en este momento la Unión Europea está desconociendo la constituyente pero no solo los resultados, sino también todo el proceso«, expresó el internacionalista.

Esta vez la empresa que proporciona las máquinas de votación al Consejo Nacional Electoral, «Smartmatic, para cuidar su imagen en el exterior dio esas declaraciones. Después, viene algo más, las sanciones de EE.UU”, que por el momento solo ha afectado a dirigentes del gobierno nacional.

«Ese disco duro que usan para repetir la intervención de los marines, esas declaraciones las usaban también otros dictadores. Ahora vienen sanciones de países como España«, entre las cuales será la deportación de familiares del régimen, entre otras que están en discusión.

Garavini recordó que, «hay que estar pendiente de la reunión de cancilleres en Lima el 08 de agosto«. Y asimismo, «la OEA sigue actuando por la presencia del Secretario General y el cual es acusado de marioneta, cachorro del imperio (…) han caído en el ridículo. Ahora se hablan de sanciones unilaterales», así como también «sanciones multidimensionales, es decir, no solo a personas«.

«En la OEA se necesitan 23 votos y sabemos que los países amigos no quieren perder sus beneficios petroleros«, recalcó el internacionalista.

En el caso de «la UNASUR, tiene como regla el consenso absoluto«, por lo que no han podido seleccionar a su máximo representante por algunas naciones que no responden imparcialmente.

Explicó que como en casos pasados, «en Lima, puede surgir un grupo de amigos, estos deben ser aceptados por el gobierno y oposición«, en el cual “cada bando propone dos países amigos (entre gobierno y oposición), estos ayudarán como mediadores (…) esto traería una negociación mucho más sobria, incluso con la participación del Vaticano«.

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