El hurto de los llamados “materiales estratégicos” ha obligado a las operadoras de algunos servicios a buscar soluciones creativas, que les permitan compensar de alguna forma el impacto ocasionado por la migración del personal hacia otros empleos y los altos costos que representa el traslado a zonas apartadas de vigilantes y personal de mantenimiento.

Este delito representa en sí mismo un problema complejo. Que está teniendo consecuencias indeseadas en la operatividad de los cuerpos de seguridad del estado, así como también un incremento de los riesgos derivados del aislamiento y la incomunicación. La sustracción de las baterías de los equipos de telefonía, por ejemplo, está ocasionando pérdidas de la señal telefónica cuando ocurren los apagones eléctricos, que son cada vez más frecuentes. De manera que junto al apagón también ocurre la incomunicación.

Además, en estos contextos se incrementa la vulnerabilidad de las personas que dependen de los servicios de emergencia. Al quedar incomunicadas, resulta para ellas más difícil transmitir la señal sobre alguna recaída y se incrementará de forma innecesaria el tiempo de respuesta de los servicios de atención públicos y privados.

Todas estas son consecuencias de los hurtos de cableados y partes de los equipos de comunicación y telefonía. En lugares periféricos, incluso, el tiempo de respuesta para la reposición de tales equipos se ha incrementado de forma notable, debido a la reducción de personal y al elevado costo que ahora implica el traslado desde los centros urbanos donde permanecen los equipos de mantenimiento y reparación.

Una de las soluciones creativas que han encontrado empresas de telefonía implica el empoderamiento de las comunidades en la vigilancia de los equipos que prestan servicio en beneficio de ellos mismos. Por experiencia en condominios y conjuntos residenciales, está comprobado que el porcentaje de ocurrencia de hurtos en los lugares donde las propias comunidades son vigilantes es mucho menor que cuando esta labor de vigilancia es asignada a un sereno o a algún funcionario militar o policial.

Otra alternativa que está aplicándose es la incorporación de tecnologías de tele vigilancia y alerta temprana, como sensores de movimiento y cámaras con fuentes de energía autónomas. Una combinación entre estas tecnologías y el factor humano representado por los propios vecinos podría marcar una diferencia.

En otras partes del mundo, las aeronaves no tripuladas conocidas como drones también están siendo utilizadas como avances para la vigilancia en instalaciones remotas. Pero en Venezuela, debido a una mezcla entre desconocimiento y factores de orden político, esta herramienta no está siendo utilizada como es debido.

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