Recientemente una colega periodista que habita en un conjunto residencial de Caracas me preguntó sobre cuál sería la mejor empresa de vigilancia a escoger.

La pregunta tiene sus complejidades, sobre todo si se toma en cuenta las dificultades por las que están pasando empresas de todo tipo en el país. Y estas prestan un servicio tan especial que se debe reducir al mínimo los factores de error al momento de hacer una escogencia.

Ya en entregas anteriores nos referimos a la importancia de escoger una empresa certificada de vigilancia y no una cooperativa o algún particular, por más confianza que se le tenga, simplemente por el hecho de que sale más económico. En esto, como en otros aspectos de la vida, aplica el principio según el cual lo barato sale caro.

Lo más importante a la hora de escoger una empresa de vigilancia no debería ser el precio de sus servicios, sino que tales corporaciones cumplan con una serie de requisitos en cuanto a la calidad de sus servicios. Aquí se indicaran tres considerados de vital importancia.

El primer requisito se refiere a la existencia previa de un listado de tareas que deberá realizar el o los encargados de la vigilancia del conjunto residencial o condominio. a este listado se le llama orden del puesto. Junto  las tareas que se deberá cumplir, también hay otras cuestiones que claramente no deberá hacer el vigilante, y que también deben ser indicadas en ese listado. Muy pocas empresas llenan este requisito. En consecuencia: el vigilante orienta sus actuaciones guiado por el sentido común y las órdenes que a menudo les imparten los representantes de las juntas o propietarios, en forma desordenada y ocasional.

El segundo requisito se refiere a los niveles de entrenamiento, al porte y los medios de que dispondrá el vigilante para transmitir las novedades en tiempo real. Buena parte del valor de la vigilancia tiene que ver con la posibilidad de detectar y alertar lo antes posible sobre situaciones irregulares en el ámbito de las residencias o condominios. Si carece de entrenamiento y es un ser aislado, sin disponibilidad de radios o teléfonos en plena operatividad y suministrados por la empresa, pues la utilidad del gasto efectuado en este servicio por parte de los residentes disminuye en forma sustancial.

Finalmente, es necesario que la empresa se comprometa a ejercer una supervisión periódica sobre las actividades del sereno o vigilante. Esto resulta de especial importancia cuando se realiza el turno de noche o madrugada, y la tendencia inevitable es a que el vigilante se arrellane en un rincón para dormir. Esto lo saben los delincuentes, quienes escogerán precisamente tales horas para cualquier irrupción. La supervisión, además de mantener el alerta permanente, permite a los propietarios y contratantes hacer cualquier indicación al supervisor en torno a la calidad del servicio, y así adoptar los correctivos inmediatos. Un servicio de vigilancia sin supervisión por parte de la empresa tiende inevitablemente a disminuir su calidad.

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