Tal como indicamos en nuestro artículo anterior, la creación de cámaras de comercio durante los años iniciales fue prolífera, pero no ocurrió lo mismo en los 50 años subsiguientes, debido a la situación política existente en Venezuela. El caudillismo impuesto por Juan Vicente Gómez entre 1908 y 1935 (27 años), la inestabilidad de los gobiernos de turno durante 1941 y 1948, más los 10 años de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, le restaron impulso a la proliferación vista en los años  iniciales, no obstante el comienzo y auge registrado en la economía nacional por efectos de la explotación petrolera. Fue en la época de las cuatro décadas comprendidas entre 1960 y 2000 cuando la creación de cámaras tuvo su mayor expansión. Después de todo, los gremios empresariales son incompatibles con gobiernos autoritarios y de poca democracia.

El ejemplo que Caracas dio con la creación de la primera cámara en 1893 fue asimilado en casi la totalidad de los estados del país y las que han sido creadas se mantienen enfrentando las dificultades que surgen tanto en el interior como en el exterior de su seno. En Bolívar, por ejemplo, hay no menos de ocho cámaras de comercio, una de ellas (con sede en Ciudad Bolívar) tiene 115 años de haber sido creada. Esa onda expansiva que ha creado y sigue creando la organización básica de los empresarios se explica en virtud de que cada cámara de comercio tiene en su vientre el embrión de nuevos gremios que al tener vida propia van formando un tejido gremial cada vez más intrincado. Las CC actúan como célula matriz; son progenitoras. Además, los gremios que se derivan de su seno repiten el ciclo de procreación, en correspondencia con la diversificación y especialización de las actividades económicas, a tal punto que actualmente hay 13 sectores de la economía afiliados a Fedecámaras y uno de ellos es precisamente Consecomercio con casi 100 cámaras afiliadas a nivel nacional. Debe agregarse también, como producto de esa expansión, tanto en Venezuela como en otros países, la creación y funcionamiento de organizaciones internacionales representativas y defensoras de los intereses de los empresarios. La Cámara de Comercio Internacional (CCI) con sede en París y la Organización Internacional de Empleadores (OIE) de la OIT con asiento en Ginebra son las más representativas.

La afiliación de empresas a las cámaras de comercio en Venezuela ha sido compartida tanto por empresas de capital criollo como foráneo; no ha habido ni hay discriminación, y el requisito principal consiste en el registro mercantil de la empresa que desea afiliarse. Lo mismo puede decirse con relación al tamaño de las empresas, pero debe destacarse que si bien la creación de las primeras cámaras fue impulsada por las empresas y los empresarios más reconocidos de aquella época, ahora es cada vez más notorio que la promoción de los nuevos gremios la asuma la mayoría de los empresarios y empresas de mediana y pequeña escala. Sin duda, el tejido gremial está ampliamente expandido y fuertemente consolidado, tanto a nivel nacional como internacional. Hoy en día hay en Sudamérica no menos de 8 instituciones que actúan como federaciones nacionales con sede en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Pero quizás el hecho de singular significación lo evidencia la creación de las cámaras binacionales y muy particularmente las que agrupan solo a empresas transnacionales de origen estadounidense, conocidas gremialmente como las AMCHAMS. La de Sao Paulo en Brasil fue fundada en 1919, agrupa a más de 5.000 empresas y está considerada como la más grande de las 104 existentes en el mundo. La de Venezuela –VENAMCHAM- fue fundada en 1975 y actualmente tiene más 1.100 empresas afiliadas.

Algunos analistas consideran que el funcionamiento de los gremios empresariales se asemeja a la configuración de un poder simbólico o iconográfico, y por añadidura silencioso, tanto a nivel nacional como internacional, en virtud de la capacidad que tienen para ejercer presión social a favor de sus aportes y reclamos. Otros son más contundentes en sus análisis y consideran que se trata pura y simplemente de un verdadero poder. Más allá de la consideración acerca de cuál de las dos afirmaciones sea la realmente verdadera, lo cierto es que solo basta imaginarse un conjunto de empresas multinacionales agrupadas en un gremio para darnos una idea de su capacidad de influencia. Si la Exxon Mobil es poderosa por sí sola, imaginémonos lo que será la unión de otras tantas similares a ella.