La lectura de un libro publicado en versión inglesa en 2016 y en versión española en 2017 está reanimando a muchos teóricos socialistas de Europa y América Latina para continuar la difícil y tortuosa defensa del socialismo, después de los sucesivos fracasos a raíz del derrumbe del muro de Berlín en 1989. Se trata del libro “La Corrupción Capitalista” escrito por el economista británico, investigador y profesor de la londinense School of Oriental and African Studies, Guy Standing. El autor se ha convertido en un referente mundial en el análisis socioeconómico después de haber publicado el libro, “El Precariado”, y ahora con esta nueva publicación y sus conferencias en diferentes países.

En “La Corrupción Capitalista” Standing plantea que el capital y más específicamente el libre mercado es la fuente principal de la corrupción, concediendo con esa interpretación un salvoconducto deliberado al socialismo respecto a la degradación de la moral ciudadana, más aún en la novedosa temporada del socialismo del siglo xxi. No obstante, el autor hace otras consideraciones que son irrefutables, entre las cuales destacan: el vínculo constante entre capital y Estado como elemento potenciador de la corrupción, la lucha entre la virtud y el vicio y la indetenible expansión de las prácticas corruptas a nivel mundial, ubicando a los paraísos fiscales como la corona del maléfico trono. Standing considera que la corrupción es una pandemia porque todo lo invade, todo lo pervierte: la vida política, la realidad económica, las prácticas sociales, las actuaciones del gobierno, los modos y fines de la sociedad civil, el mundo del trabajo, la esfera del ocio y los múltiples procesos culturales, todas estas variables en su conjunto son cada vez mayores y afectan en consecuencia a toda la humanidad. Para una mayor definición, el autor dice que la corrupción evoluciona, es creativa e innovadora, transgrede la moral y las buenas costumbres, socialmente es de carácter transversal y es también un sistema universal de compra-venta de favores.

En el plano de las ideologías vigentes en el mundo, para Standing la corrupción es un producto exclusivo del capitalismo porque solo existe en los regímenes en los cuales domina el sistema capitalista, lo que hace entender que en los gobiernos de corte socialista la corrupción es inexistente, a tenor de los argumentos sustentados por Standing en su libro. Pero es que, además, si se admite que la fuente originaria del nefasto vicio está en el libre mercado habría que concluir admitiendo también que la libertad económica es omnipresente y se ejerce abiertamente sin ningún tipo de control en todas las sociedades, incluyendo a los gobiernos socialistas. Lo que no admite duda es que la corrupción está en todas partes, sin distingo de clase social y creencias políticas y religiosas. De modo que el argumento principal de Standing en su libro reciente puede considerarse como una opinión demasiado sectaria y muy sesgada en contra del capitalismo.

Tampoco se trata de cuestionar que el capitalismo sea más corrupto que el socialismo, o viceversa; no, no es asunto de cuantía; lo importante es la honestidad administrativa y la sanidad ciudadana. Desconocer que en el capitalismo hay corrupción es un absurdo, como absurdo es también entender al socialismo como algo inmaculado, como el sanatorio de todos los males. No obstante, en un dosier publicado en la revista El Correo de la Unesco en junio de 1996 se afirma que “la lucha contra este flagelo tiene más éxito en los estados democráticos que en los totalitarios y ello es así porque en los primeros el multipartidismo provoca la competencia y la vigilancia entre las fuerzas políticas, impidiendo el abuso de poder, a lo cual se suma la separación y la autonomía de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial”.

Resulta difícil entender que Guy Standing no conozca los innumerables escándalos que se han venido sucediendo en países ubicados en la órbita socialista, incluso mucho antes de haber escrito su libro. En Rusia y Cuba, abuela y madre, respectivamente del socialismo, los escándalos no han faltado. Sería prolijo referir los tantos casos de corrupción ocurridos en este lado del Atlántico y al intentarlo nos encontramos con el hecho real de que Venezuela, además de ser la cuna del socialismo del siglo XXI ocupa el tercer puesto con mayor corrupción en América, según Transparencia Internacional.