Un espacio en común con cientos de ordenadores, personas corriendo y vociferando de un lado al otro y teléfonos sonando sin parar. Esa suele ser la imagen que se tiene de las redacciones periodísticas. Y cada vez se ciñe menos a la realidad.
La tecnología está revolucionando el periodismo. La digitalización de la información y la consolidación de nuevos hábitos de consumo han causado estragos en el sector, que todavía busca dar con la fórmula que conjugue estos cambios con la rentabilidad.
Pantallazo de documentos difundidos por WikiLeaks.
Más allá de trastocar el modelo de negocio, la tecnología se está dejando notar también en la forma de trabajar de los periodistas. Muchos medios han comenzado a modificar la forma de organizarse y hasta sus métodos de trabajo. Un caso excepcional de colaboración deslocalizada es el de Panama Papers. La investigación, que constó de una gran filtración de documentos con la que se desveló cómo muchas grandes empresas ocultaban ganancias en paraísos fiscales para evadir impuestos (y lo mismo con políticos, empresarios, deportistas y personalidades del arte), fue realizada por más de 370 periodistas de 76 países que trabajaron remotamente, coordinados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).
Karma Peiró, periodista especializada en internet, tecnologías de la información y periodismo de datos, comparte en esta nueva entrega de la serie #DataFutures su experiencia y nos cuenta cómo cree que evolucionará la profesión.
El análisis de datos y el periodismo forman un tándem difícil de romper, independientemente de la temática tratada. Civio, por ejemplo, es un proyecto que vigila a los poderes públicos y busca conseguir la transparencia en las instituciones a través de los datos. ¿Cómo construir una historia en base a datos? Por ejemplo, revisando la información que la organización Wikileaks pública a través de su sitio web. Los informes anónimos y documentos filtrados aportados por esta organización se transformaron en noticias tras centenares de horas de trabajo.
Créditos: El País
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