Cuando David Gómez Castro (Lugo, 1991) empezó la carrera de matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid, la nota de corte era un cinco. En 2018, ha sido un 11 sobre 14. “La nota se ha disparado en los últimos 10 años porque la sociedad se ha concienciado de que las matemáticas son importantes y tienen salidas en muchos campos, desde banca a programación”, explica Gómez. Este joven estudia las ecuaciones que usan los ingenieros para simular las baterías de litio y es uno de los seis matemáticos españoles menores de 30 años que este jueves han recogido el premio de Investigación Matemática Vicent Caselles, que otorgan la Fundación BBVA y la Real Sociedad Matemática Española (RSME).

Gómez forma parte del Instituto de Matemática Interdisciplinar de la UCM y es miembro del Departamento de Matemática Aplicada de la Universidad Pontificia de Comillas. Empezó a mostrar interés por las matemáticas cuando era solo un niño. Años después, se define como un matemático “de lápiz y papel” y está acostumbrado a llevar encima una libreta en la que apunta sus cálculos cuando le viene a la mente una posible solución a un problema. “Las matemáticas son una forma de describir las intuiciones que tenemos sobre los patrones que se repiten y de describir cómo nosotros entendemos y sintetizamos el mundo”, explica.

Las ecuaciones que estudia son las del modelo de Newman, que son las que usan los ingenieros para simular las baterías de litio. Aunque fueron planteadas en los años setenta, por aquel entonces, no se sabía si tenían o no una solución y si esa solución era única. “Hemos demostrado que sí, y esto, a la larga, permitirá hacer estudios más rigurosos sobre el funcionamiento de las baterías de litio”, afirma el matemático.

Buenas baterías

Los primeros teléfonos, sostiene, “tenían unas baterías que no duraban nada”. Cuando llegaron las baterías de litio, el principal inconveniente era que “eran poco eficientes”. Pero con investigaciones como las que Gómez lleva a cabo, se avanza en dos frentes: “El experimental, que consiste en hacer baterías y probarlas, y el de la ciencia básica, en el cual se hacen y se estudian modelos”. “Cuanto mejor entendamos las ecuaciones, más precisos seremos a la hora de hacer buenas baterías”, afirma el matemático.

Tanto móviles o ordenadores como coches eléctricos, autobuses o aviones usan estas baterías. Por ello, el matemático reconoce que hay un creciente interés por entender mejor por qué pierden capacidad y cómo remediarlo: “Cuando pasan varios años uno tiene que cambiar la batería porque ya no carga lo que solía cargar ni dura lo que solía durar. Se trata de entender cómo funcionan y cómo envejecen para hacerlas lo más eficientes y duraderas posibles”.

Otro de los retos actuales consiste en evitar que las baterías generen comportamientos anómalos o indeseados. “Hay que entender qué comportamientos generan los fallos y ser capaces de atajarlos desde un punto de vista técnico. Las matemáticas pueden ayudar pero no funcionan solas. La clave también está por ejemplo en la física”.

El joven matemático asegura que las ecuaciones que se usan para simular las baterías de litio tienen “un futuro prometedor”. ¿Qué se conseguirá hacer después en aplicaciones que lleguen al público? Aún está por ver. “El proceso que va desde la ciencia básica hasta el desarrollo tecnológico es bastante lento. Como matemático es gratificante ver que van saliendo las cosas, pero hasta ver el resultado en el móvil de la gente pasa tiempo”, explica.

Los problemas que Gómez estudia nacen de la física, la ingeniería, la sociología o la economía. Concretamente trabaja en ecuaciones en derivadas parciales, que son una de las arterias que conectan las matemáticas y la tecnología: “Nos permiten estudiar cómo vuela un avión, el comportamiento del clima, cómo evolucionan los mercados, cómo se dobla una viga, o cómo se calientan las ruedas de un Fórmula Uno”.

“Las ecuaciones diferenciales son las reglas del juego de la física. Cuando las entiendes puedes simular qué ocurriría en un caso u otro, y eso te ahorra muchos experimentos. En vez de intentar llegar a la Luna probando todas las opciones posibles, es mejor entender qué ecuaciones intervienen, resolverlas y así hacer simulaciones que indicarán la mejor opción”, concluye el matemático.

 

Créditos: El País

 

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