Monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal, estado Táchira, fue una de las figuras más influyentes de la iglesia católica venezolana. Nacido en Caracas el 10 de febrero de 1949, dedicó su vida al servicio pastoral, la defensa de la justicia social y la formación del clero.
Admirador singular del papado del italiano Pablo VI, su labor se distinguió por el fortalecimiento de la fraternidad sacerdotal, la cercanía al presbiterio y el acompañamiento a las comunidades más necesitadas.
Impulsó los sínodos diocesanos, revitalizó parroquias y, apoyado en las redes sociales, extendió su mensaje de fe a miles de fieles en el país y más allá de sus fronteras.
Entre otros temas, habló y defendió a migrantes, desfavorecidos y víctimas de la trata de personas.
En temas políticos, en reiteradas ocasiones pidió el entendimiento entre los distintos factores políticos y que se escuchara y se pusiera en práctica la voluntad del pueblo.
“Alzó la voz cada vez que pudo por la justicia y por quienes lo necesitaban”, afirmó la periodista tachirense Lorena Bornacelly.
Formación académica y encargos pastorales
Inició su formación en el Seminario Menor de Caracas y continuó sus estudios en el Seminario Santa Rosa de Lima. Posteriormente, se trasladó a Roma, donde obtuvo la licenciatura en Teología Bíblica.
Es ordenado presbítero el 19 de abril de 1975, incardinándose a la Diócesis de Los Teques. Como presbítero, ejerció múltiples encargos pastorales: fue vicario parroquial de la Catedral de Los Teques y de San José Obrero, párroco de Nuestra Señora del Rosario en Cúa y de Nuestra Señora de Copacabana, vicario episcopal de Los Valles del Tuy y de Guarenas, secretario canciller de la Diócesis de Los Teques y responsable de la pastoral juvenil y vocacional, además de miembro del consejo presbiteral.
Su vocación por la enseñanza lo llevó a ser profesor de planta del Seminario Mayor de Caracas, contribuyendo a la formación de futuras generaciones de sacerdotes.
Trayectoria episcopal
El 2 de abril de 1990, el papa Juan Pablo II lo nombró Obispo titular de Nova y Auxiliar de la Arquidiócesis de Caracas, recibiendo la ordenación episcopal el 27 de mayo de ese mismo año de manos del cardenal José Alí Lebrún Moratinos.
Cinco años después, el 2 de diciembre de 1995, lo designaron III Obispo de la Diócesis de Los Teques, y el 14 de abril de 1999, el mismo pontífice lo nombró V Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, cargo que asumió el 18 de junio de 1999 y que desempeñó hasta noviembre de 2024, cuando, tras cumplir 75 años, entregó el báculo pastoral a su sucesor, monseñor Lisandro Rivas.
Su episcopado en San Cristóbal se prolongó por 25 años, seis meses y 26 días, siendo el segundo más largo en la historia de la diócesis.
A lo largo de su servicio, Moronta se destacó por su cercanía a las comunidades andinas. De acuerdo con el diario La Nación de Táchira, comenzó su misión adentrándose en los montes y valles, peregrinando por La Grita y Táriba, y encomendándose al Santo Cristo de La Grita y a Nuestra Señora de Consolación.
Convocó el segundo Sínodo Diocesano de San Cristóbal, bajo el lema “La Iglesia del Táchira se renueva en espíritu y verdad”, cuyas sesiones concluyeron el 12 de octubre de 2007.
En 2009, el papa Benedicto XVI lo designó miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, órgano encargado de velar por la doctrina católica en el mundo.
Más recientemente, se desempeñó como primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.
Fue reconocido con importantes distinciones, entre ellas el Doctorado honoris causa otorgado por la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET) en febrero de 2022 y la condecoración Gran Cruz del Táchira, impuesta en agosto de 2023. Además, es autor de más de 25 publicaciones de carácter científico.
Cercanía y distanciamiento con el Gobierno
Medios vinculados al Gobierno nacional recuerdan que desde 1996 monseñor Mario Moronta expresó su apoyo a la lucha social que llevó a Hugo Chávez al poder, a quien describió como un “hombre con ideas claras”.
La Nación publicó que en 2007, con el respaldo del Gobierno nacional, impulsó la construcción del nuevo Santuario Diocesano del Santo Cristo de La Grita, devoción que fortaleció al declararlo patrono del Táchira y protector de los Andes venezolanos.
En 2013, ofició el funeral del mandatario Hugo Chávez ante la presencia de más de 30 jefes de Estado y de Gobierno.
Pero con el tiempo monseñor Moronta se distanció del chavismo y se convirtió en uno de los críticos más firmes del gobierno del presidente Nicolás Maduro.
En febrero de 2019, a través de una carta abierta publicada en la prensa católica internacional, alertó sobre los padecimientos del pueblo venezolano.
Denunció la “explotación irracional e inhumana” de las minas y otros rubros de la economía nacional.
En varias ocasiones se le impidió el acceso a centros penitenciarios, como el Centro Penitenciario de Occidente (CPO) en Santa Ana.
Hizo un llamado a las autoridades en la pandemia de 2021 para que garantizaran la compra de vacunas contra el Covid-19 e inmunizaran a toda la población.
En una entrevista concedida a Vatican News, se refirió a la crisis migratoria venezolana, afirmando que los esfuerzos de la iglesia estaban dirigidos a “atender a los migrantes, sea cual sea su condición, su credo o sus problemáticas”.
En 2024, enfatizó que la educación era un motor de progreso, calificó de “miserable” el salario de los docentes y solicitó inversión tanto económica como tecnológica para mejorar las escuelas del país.
Durante la misa por los 414 años del Santo Cristo de La Grita, en 2024, criticó abiertamente, frente a autoridades civiles y militares, la detención de jóvenes acusados de terrorismo, asegurando que “un verdadero católico no persigue a sus hermanos porque piensen de manera diversa, inventando narrativas que no corresponden con la realidad”.
Fallecimiento
Monseñor Mario Moronta murió el lunes 4 de agosto de 2025 en San Cristóbal, estado Táchira, a los 76 años, por causas que no fueron reveladas.
En su testamento, dispuso que su cuerpo sea enterrado en la catedral de San Cristóbal, a los pies del Cristo del Limoncito, y que su corazón repose en el Santuario Diocesano del Santo Cristo.
Según informó la periodista Lorena Bornacelly en la red social X, pidió que no se realizaran ofrendas florales ni adornos, sino que quienes lo desearan hicieran donaciones a los pobres, para que la Diócesis las entregara a quienes más lo necesitan.
RADIO FE Y ALEGRIA