En Caracas, los pacientes de toxicología deben peregrinar de hospital en hospital por la falta de servicios especializados. El hospital Periférico de Coche, único centro de referencia, funciona con horario restringido y sus laboratorios permanecen cerrados por falta de insumos y personal.
Caracas. A las 4:00 a. m., Maye* irrumpió al cuarto de su hermano y lo encontró en plena crisis convulsiva. Al instante sospechó que el episodio se había producido tras una reacción a los medicamentos que tomaba por una condición de salud previa. No tuvo tiempo para pensar: lo cargó como pudo y lo llevó al Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño, en La Yaguara.
Con una infraestructura diseñada para albergar más de 800 camas, ocho quirófanos centrales y una unidad de cuidados intensivos con cupos para 40 pacientes, este hospital tipo IV se cuenta entre los más grandes de la ciudad.
Además de la cercanía, esa capacidad lo convierte en el primer destino para quienes buscan atención en una emergencia en esa zona. En el carro, Maye y su mamá se turnaban para sostenerle la cabeza a su hermano mientras cada sacudida lo acercaba a la inconsciencia.
Una vez en el centro de salud ubicado en el suroeste de la capital, en la sala de emergencias no se le tomaron los signos vitales ni se le practicó una evaluación clínica completa.
Solo una maniobra rápida corroboró su estado de semiinconsciencia —y con ello, las sospechas de Maye—, tras lo cual se ordenó su traslado sin demora al hospital Periférico de Coche, ubicado a casi 10 kilómetros de distancia, en la avenida Intercomunal de El Valle. Este centro es considerado el único de referencia nacional en toxicología del sistema público venezolano.
Con la orden médica en mano, la familia avanzó en ese peregrinaje que ya es común para quienes recurren a la salud venezolana: ir de hospital en hospital, con la urgencia en aumento y la certeza de que nada será fácil.

Regular atención
Al llegar a Coche, la falta de empatía y la precariedad de la atención se hicieron evidentes. Andrés fue acostado en una camilla sin colchón y, debido a los movimientos involuntarios, se arrancó varias veces la vía intravenosa.
Lo que siguió fue un recorrido por pasillos oscuros, salas llenas y un reloj que parecía avanzar más rápido que la atención médica. La familia vivía en primera persona, paso a paso, el colapso de un servicio que alguna vez fue referente nacional y hoy apenas funciona con horarios reducidos y sin laboratorios.
“Estábamos muy desesperadas. Le comenzaron a realizar la medición de signos vitales, la colocación de una vía y la intubación nasogástrica. Sin embargo, un doctor luego nos explicó que los lavados estomacales ya no se practican cuando el paciente ha metabolizado la sustancia”,relató.
Aunque Andrés ingresó de madrugada, el especialista en toxicología llegó a las 10:00 a. m, casi cinco horas después. El servicio no funciona como una emergencia, sino como una consulta regular.
Mientras esperaban, les pidieron comprar tubos de ensayo para un perfil de rutina y les exigieron buscar en casa los empaques vacíos del fármaco que, muy probablemente, le causó las convulsiones.
La familia entregó los blísteres de carbamazepina y olanzapina, tratamientos prescritos para la condición de base de Andrés. El médico solicitó dos pruebas más para medir los niveles de ambas sustancias en la sangre.
Maye recorrió varios laboratorios de Caracas, incluso privados, pero en ninguno tenían el reactivo o la prueba resultaba muy costosa.
“Solo pude conseguir el examen de carbamazepina, en el que gasté $30”, lamentó.
Cuando regresó al hospital, Andrés ya estaba en cuidados intermedios y la doctora les explicó que solo quedaba esperar a que el cuerpo metabolizara el medicamento.
El colapso de un referente
En 2013 se reinauguró el servicio de toxicología del Municipal Médico-Quirúrgico de Emergencia Dr. Leopoldo Manrique Terrero, conocido como Periférico de Coche. De acuerdo con la entonces ministra de Salud, Isabel Iturria, tendría tres niveles.
En estos se instalaron centros de orientación familiar; laboratorios de toxicología, departamento de atención ambulatoria; y un posgrado en el área.
El Periférico de Coche fue hasta 2013 un centro de referencia nacional, con servicio telefónico 24 horas para apoyar a médicos de todo el país y con formación de especialistas en toxicología, cuya última promoción egresó en 2012.
En la actualidad, el servicio es insuficiente, alertó un toxicólogo consultado por Crónica Uno que prefirió mantenerse en el anonimato.

Ese contraste entre el pasado y el presente se percibe en los pasillos. Antes hubo un centro abierto día y noche, ahora apenas quedan consultorios con horarios limitados y personal escaso.
Al recorrer estas instalaciones no se encuentra ni una pista de lo prometido en su reinauguración, sino carteles de servicios que operan a medias y pacientes que esperan a los escasos médicos que allí laboran.
Capacidad limitada
El especialista recalcó que actualmente el centro de salud funciona de manera intermitente, en turnos restringidos y sin capacidad de hospitalización, debido a la escasez de profesionales y al déficit presupuestario.
“Después del cierre del posgrado en el hospital de Coche, el servicio siguió funcionando solo con atención médica de emergencia, pero al tiempo cerró sus puertas por la jubilación y fallecimiento del personal. Ahora volvió a funcionar solo para triaje por turnos, evaluación clínica del paciente y sin laboratorios de toxicología”.
Esta misma situación la enfrentó Deyarlin, quien llegó al hospital con su hijo de tres años, referido desde el Hospital Dr. José María Vargas, en San José Cotiza, por una intoxicación aguda con detergentes.
“Mi suegra mezcló cloro, desinfectante, jabón y alcohol, y el niño comenzó a toser y se puso muy rojo. Me asusté y lo llevamos al Vargas”, contó.

Aunque el niño fue estabilizado con nebulizaciones en el hospital Vargas, el caso era grave. Esa tarde llegaron al hospital de Coche, pero el servicio estaba cerrado y le pidieron regresar al día siguiente.
“El médico me indicó que debía hacerle los exámenes y una radiografía de tórax fuera del hospital, ya que allí no contaban con los insumos. Sinceramente, si atienden, pero de manera muy limitada porque todo debes hacerlo por fuera y no ofrecen mayor cosa”, enfatizó la madre.
Laboratorios cerrados
Gladys Venegas, coordinadora del servicio de análisis toxicológico de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela (UCV), puntualizó que estos laboratorios buscan identificar y cuantificar agentes tóxicos en muestras biológicas y no biológicas. “Con esos resultados los médicos pueden actuar sobre los eventos tóxicos”.
Venegas recordó que hace más de 15 años el laboratorio de la UCV trabajaba con los principales hospitales del país que tenían servicios de toxicología. Con el tiempo, dejaron de operar.
Entre ellos estaban el hospital de Coche, que fue referencia nacional; el Victorino Santaella en Los Teques; y los de Barquisimeto, Mérida, Ciudad Bolívar, Barinas, Barcelona y Maracay.
Hoy, recorrer esos hospitales es como repasar un mapa vacío. En cada nombre que alguna vez albergó un laboratorio de toxicología queda apenas el recuerdo contado por trabajadores que dicen “aquí ya no hay nada”.

“Hace 10 años también existían laboratorios de toxicología en instituciones no hospitalarias como el Laboratorio de Metales del Ministerio de Salud; el Laboratorio de Medicina Ocupacional en el ambulatorio del Hospital Pérez Carreño; el Servicio de Análisis Toxicológico y el Laboratorio de Toxicología del Instituto Nacional de Deportes, que todavía existe. Sin embargo, por información de su director anterior, muchas pruebas de dopaje no se hacen en Venezuela, sino que son pagadas en el extranjero”,reveló la especialista.
Ahora, los únicos laboratorios que realizan pruebas toxicológicas en casos judiciales o forenses son los del Ministerio Público y el Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf), adscrito al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).
Para Venegas, el cierre de los servicios obedece a una mala gestión de recursos humanos, sumada a factores económicos y estructurales.
“Esto se agrava por la falta de datos epidemiológicos, lo que impide a los médicos y directores del sistema de salud priorizar esta atención entre otras urgencias”, subrayó la coordinadora.
Aunque se han presentado proyectos para reactivar estos servicios, las instituciones responsables no han respondido, con lo que se ha ignorado la importancia de atender la toxicología como una necesidad específica de salud pública.

Sin generación de relevo
Un recorrido de Crónica Uno por cinco hospitales de Caracas el 14 de agosto pasado reveló una realidad uniforme: la ausencia de un protocolo específico para toxicología. En centros como El Algodonal, Pérez Carreño, Universitario y Vargas, el personal confirmó que estos casos son derivados a medicina interna o, directamente, remitidos al Periférico de Coche.
En total —y según directorios médicos actualizados—, solo un hospital en Caracas está diseñado con un servicio de toxicología activo: el hospital Periférico de Coche. El resto no cuenta con esta área especializada o un protocolo de atención mínima.
“Aquí nunca ha existido el servicio. Algunas veces, dependiendo del caso, atendemos a los pacientes por epidemiología más que por vacunas o métodos de prevención”,admitió una enfermera del servicio en el hospital Pérez Carreño.

Un trabajador del Hospital Universitario de Caracas señaló a Crónica Uno que el servicio funcionaba en el edificio de Medicina Tropical. Sin embargo, una doctora del instituto aseguró que el área está inoperativa porque no hay especialistas.
El experto advirtió que el déficit de toxicólogos siempre existió, pero ahora es más crítico que nunca. “Los posgrados que formaban a los profesionales en Coche, Mérida y Valencia fueron cerrados. En este momento, no existe un lugar en Venezuela para formarse como médico en esa área”.
Añadió que este año se gradúa la primera promoción de la Maestría virtual de la UCV, pero no ofrece la formación clínica necesaria para revertir la crisis.

La de Maye no es solo la historia de la de una familia agotada en un hospital sin recursos, sino la de un país que perdió servicios especializados y se resigna a esperar soluciones que no llegan.
La toxicología, antes un área de referencia, se redujo a consultorios parciales y laboratorios cerrados. Para expertos, usuarios y trabajadores de la salud, cada paciente que queda en manos de la incertidumbre revela que la verdadera enfermedad es la fragilidad del sistema de salud venezolano..
CRONICA UNO