Entre agosto y septiembre, el precio de la carne registró un alza de 27,5% en un mes, al pasar de $9,80 a $12,50 por kilo en mercados populares de Caracas. Este incremento, agravado por la devaluación del bolívar, convierte este alimento básico en un lujo inaccesible y fuerza a cambiar hábitos alimenticios en muchos compradores.
Caracas. En los pasillos del mercado de Guaicaipuro los precios de la carne cuelgan a la vista, con apenas $0,50 de diferencia frente al promedio. En Quinta Crespo, en cambio, desaparecieron los habladores —los carteles que anuncian el costo— y el aumento se descubre solo al preguntar en el mostrador.
La sorpresa no es menor: en un mes el precio la carne de primera saltó de $9,80 a $12,5 por kilo, un alza de 27,5 % que pega directo al bolsillo de los caraqueños.
La visita mensual que realiza Crónica Uno a ambos mercados —dos de los más concurridos y tradicionales de Caracas— revela un cuadro que repite en otras regiones: compradores que fruncen el ceño, preguntas insistentes en los mostradores y vendedores que intentan justificar el alza.
Los números confirman lo que se percibe en el ambiente: la carne, considerado un alimento básico en la dieta venezolana, se convierte en un lujo cada vez más inaccesible.
Si el pago se realiza en bolívares, la situación empeora, sobre todo por la devaluación diaria de la moneda local, aplicada por el Banco Central de Venezuela.
Al 19 de agosto de 2025, el kilo de carne se cotizaba en Bs. 1341,52, mientras que el 19 de septiembre alcanzó los Bs. 2067,62: un 54,12 % más caro.

Precios por corte
En Guaicaipuro, la pulpa, el ganso, el bistec, la chocozuela y el muchacho se ofrecen a $11,80 por kilo. La carne molida, de guisar y para mechar cuesta $10,80 y la costilla y el hígado de res se venden en $7,80 y $8,80, respectivamente.
El corte más caro es el lomito —uno de los más suaves y demandados en la gastronomía local—, que alcanza los $17,98, mientras que las costillas de res están entre los más económicos, con un valor de $7,80.
En Quinta Crespo, la carne de primera —que incluye bistec, ganso, chocozuela y pulpa negra— cuesta $12,5 por kilo. La carne molida subió de $8,90 en agosto a $9,90 en septiembre. La carne de mechar y de guisar se ubica en $11,5 por kilo.
“Esto no se aguanta”
Diego Linares, comprador habitual en Quinta Crespo, aseguró que la crisis económica es “insostenible” y que dejará de adquirir carne por ahora.
“Yo no voy a pagar $12,5 por un kilo de carne porque me parece un precio exagerado. Lo que debemos hacer los consumidores es no comprar más el producto para que las carnicerías se vean obligadas a bajarla”,opinó.
Agregó que los huevos y el pollo son los productos que “salvan” a los venezolanos en cuanto al consumo de proteínas. “Es lamentable que estemos pasando por esto, ya uno no puede elegir lo que se va a comer, uno tiene que comprar para lo que alcance y también para rendir el dinero. Por el momento tocará comer puro pollo y huevos, porque el cochino también está caro”, sentenció.
Explicó que, debido a la escasez de dólares —la divisa que se ha convertido en referencia de precios desde la dolarización de facto en 2019—, la población no tiene cómo resguardar sus ingresos, y que al comprar en bolívares los precios suben todos los días.
“Ya no se puede comprar en dólares porque no hay dólares, hace meses que uno no puede comprar en los bancos. Ahora la devaluación también nos tiene secos porque todos los días aumentan los precios en bolívares. No hay bolsillo que aguante la pela”, comentó.

Van a caer las ventas
El encargado de una carnicería en el mercado de Guaicaipuro, que prefirió no identificarse, reconoció las consecuencias que traerá el alza.
“Esto no es primera vez que sucede y siempre que hay un aumento del precio en esta magnitud, porque estamos hablando que supera los $2, las ventas caen, pero después todo se normaliza. Espero que en esta oportunidad sea igual”, señaló.
Explicó que los precios aumentan porque toda la cadena de comercialización —desde los mayoristas hasta los detallistas— se encarece.
“Siempre es bueno explicarle a la gente que uno tiene su estructura de costos y su ganancia, pero ahorita la ganancia es mínima. Los mayoristas aumentan el precio y nosotros al detal debemos también ajustar porque de lo contrario perdemos. Es mentira que algún comerciante en estos momentos tenga una ganancia mayor al 15 %, así que los comerciantes no somos los únicos culpables del ajuste de precios”, aseguró.
Advirtió que mientras no se controle la inflación ni mejoren los salarios de los trabajadores, el consumo difícilmente repuntará. “Control de inflación y aumento general de sueldos para que la gente pueda comprar, eso es lo que se debe hacer para también mejorar un poco la economaía”, manifestó.
Mientras, reveló que reducirá los pedidos a los proveedores e implementará nuevas estrategias para mantener el negocio a flote.
“Estoy pensando en vender combos de carne a partir de 250 gramos por producto, ya hay carnicerías que lo están haciendo, porque no todo el mundo tiene la posibilidad de gastarse 12 dólares en un kilo de bistec”, admitió.

¿A cuánto llegará en diciembre?
Al conocer el aumento en Quinta Crespo, Carmen*, quien acostumbra a hacer sus compras en el popular mercado, proyectó un sombrío panorama para fin de año. “Si hoy el kilo de carne está en $12,5 no me quiero imaginar a cuánto va a llegar en el mes de diciembre. Nos tocará hacer hallacas sin carne este año”, lamentó desesperanzada.
Dijo que compra carne gracias a las remesas que le envían sus familiares desde Europa —una de las principales fuentes de ingresos para muchas familias venezolanas—, pues con su pensión no le alcanzaría.
“Gracias a mis hijos que me mandan yo puedo comprar carne, pero si me tocara comprar a mí, con la pensión que me gano, solo me alcanzaría para comprar huevos y sardinas que es lo más barato”,confesó.
Adelantó que, si la tendencia continúa, deberá reducir el consumo de carne y priorizar otras proteínas. “Todavía el pollo se puede comprar, algunos cortes de cochino también, pero ahorita la proteína más costosa es la carne. Si se mantiene este aumento, tocará buscar otras alternativas y, como dije al principio, ni siquiera estamos cerca de diciembre, cuando todo aumenta porque pagan aguinaldo, utilidades y todos los beneficios de fin de año”, agregó.
El temor de quedarse sin carne para las hallacas refleja más que un problema de precios: es el retrato de un país donde la inflación marca la dieta y donde cada visita al mercado se convierte en una batalla entre la costumbre y el bolsillo.
CRONICA UNO