América Latina necesita $99.000 millones al año para financiar su transformación productiva

América Latina y el Caribe se encuentran en una encrucijada histórica. La región, rica en recursos naturales y talento humano, enfrenta una paradoja persistente: su potencial económico contrasta con una productividad estancada, una estructura productiva frágil y una informalidad laboral que afecta a más de la mitad de su fuerza de trabajo. Así lo revela la 18.ª edición del informe «Perspectivas Económicas de América Latina 2025», elaborado por la OCDE, la CEPAL, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) y la Comisión Europea.

El documento, titulado «Impulsando y financiando la transformación productiva», no se limita a diagnosticar los problemas. Propone una hoja de ruta ambiciosa para reconfigurar el modelo económico de la región, con énfasis en la sostenibilidad, la inclusión y la innovación. Pero el desafío es mayúsculo: para lograrlo, América Latina necesita movilizar cerca de 99 mil millones de dólares anuales hasta 2030, una cifra que pone en evidencia la magnitud de la brecha de financiamiento que enfrenta el desarrollo sostenible en el continente.

Productividad baja, informalidad alta

Entre 1991 y 2024, la productividad laboral en América Latina creció apenas 0,9% por año, muy por debajo del 1,2% registrado por los países de la OCDE. Esta lentitud en el avance económico se refleja en la persistente informalidad: en 2023, el 55,1% de los trabajadores en la región no contaban con empleo formal, y solo el 2,1% tenía acceso a trabajos con tecnología media o alta. La estructura productiva sigue anclada en exportaciones primarias y manufacturas de baja complejidad, con escasa diversificación hacia sectores de mayor valor agregado.

El informe destaca que solo unas pocas economías —como Costa Rica, México y República Dominicana— han logrado avanzar hacia industrias de media y alta tecnología. El resto permanece atrapado en modelos productivos que ejercen presión sobre el medioambiente y ofrecen escasas oportunidades de empleo de calidad.

A pesar de que los 33 países de la región cuentan con políticas de desarrollo productivo (PDP), su implementación ha sido limitada. En promedio, participan entre cinco y seis ministerios por país, pero la coordinación interinstitucional es débil y la visión estratégica, difusa. Entre 2021 y 2022, la inversión en PDP fue inferior al 0,5% del PIB, muy lejos del 3% que destinan los países de la OCDE.

El informe propone armonizar las políticas horizontales —como investigación y desarrollo, compras públicas e incentivos fiscales— con políticas verticales enfocadas en sectores estratégicos: energías renovables, agricultura sostenible, industrias digitales y economía del cuidado. También subraya la necesidad de fortalecer la cooperación con gobiernos locales, donde la participación sigue siendo más consultiva que ejecutiva.

El dilema fiscal y el rol de los bancos de desarrollo

El gasto público en América Latina continúa concentrado en gasto corriente, en detrimento de la inversión en capital. Los ingresos fiscales, que en 2023 representaron el 21,3% del PIB, dependen en gran medida del IVA (28,5% del total) y de los impuestos sobre sociedades (18,7%). Además, los gastos tributarios —como exenciones e incentivos— absorben cerca del 4% del PIB, lo que limita aún más el margen fiscal.

En este contexto, los bancos de desarrollo —tanto nacionales como multilaterales— son clave para reducir los costos de financiamiento, articular estrategias productivas y escalar inversiones en sectores prioritarios. El informe recomienda rediseñar los incentivos fiscales, reforzar la progresividad tributaria y elevar la moral tributaria para mejorar el cumplimiento.

Pese a los desafíos estructurales, hay señales alentadoras. La emisión de bonos verdes, sociales y sostenibles alcanzó el 27,2% del total en 2024, frente al 9,3% en 2020. La inversión extranjera directa (IED) se mantuvo relativamente alta, representando el 2,8% del PIB regional. Atraer estos flujos hacia sectores como energías limpias, infraestructura digital e industrias tecnológicas puede acelerar la transición hacia sistemas productivos más resilientes.

Cooperación internacional: el momento de escalar

El informe subraya que la cooperación internacional debe alinearse con tres facilitadores clave: desarrollo de competencias, adopción tecnológica y mejora de infraestructura. La Cumbre CELAC-UE es un momento estratégico para profundizar alianzas en el marco de la Agenda de Inversiones del Global Gateway, que busca conectar a Europa y América Latina en proyectos de energía limpia, conectividad digital y salud.

América Latina tiene los recursos, el talento y los aliados para transformar su modelo económico. Pero necesita decisión política, coordinación eficaz y financiamiento suficiente. El tiempo apremia, y la ventana de oportunidad no estará abierta para siempre.

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