Arrancar con una empresa es una labor «heroica»

La creación de una nueva empresa en Venezuela es muy costoso.

El 3 de julio el Servicio Autónomo de Registros y Notarías (Saren) emitió una circular con la que fijó los nuevos montos que deben cumplir los pequeños y medianos emprendedores que deseen constituir sociedades mercantiles en el país y que implican cantidades significativas para quienes disponen de un capital limitado.

Por ejemplo, para quien desee legalizar la actividad comercial  de un restaurante o tasca debe disponer de 273 millones de bolívares, un abasto o bodega 68 millones 400 mil, una panadería o pastelería 62 millones de bolívares, una ferretería 387 millones 600 mil bolívares y un supermercado 410 millones 400 mil bolívares.

A juicio de voceros de Fedecámaras, Conindustria y Consecomercio dichas tasas, sumadas a elevados impuestos municipales, la incapacidad de la banca para otorgar préstamos,  la caída del consumo por los bajos salarios más la burocracia y la lentitud de los trámites administrativos son los ingredientes de un coctel  que hace cuesta arriba la posibilidad  de comenzar cualquier emprendimiento.

Menos comercios. “Abrir una empresa requiere una serie de tasas e impuestos que pagar, el Saren acaba de aumentar los mínimos exigidos, que van correlacionados al capital y eso ya de entrada es un costo que debe asumir un pequeño emprendedor que posiblemente no está en la capacidad de destinar su capital de inversión a pagar altas tasas sino que lo necesita para comprar maquinaria, herramientas, contratar servicios. Luego está una voracidad fiscal en los municipios, anárquica, donde cada uno ha subido exorbitantemente sus costos de patente o de mínimos tributables, unos se guían por el Petro, otros por el dólar, como se levante el alcalde del municipio decide sobre qué medida regir sus tributos y eso dificulta la posibilidad de comenzar un emprendimiento”, expresó el presidente de Fedecámaras, Ricardo Cusanno.

A mediados del mes de julio, la Ordenanza de Impuesto sobre la Renta Industria y Comercio 443-C de la Superintendencia Municipal de Administración Tributaria (Sumat) adscrita a la alcaldía del municipio Libertador, fijó entre uno y nueve petros (80 mil bolívares la unidad) los tributos que deberán cancelar los dueños de los establecimientos que hacen vida en la ciudad capital. Esto implica que por ejemplo las licorerías deben pagar 720 mil bolívares en impuestos, lo cual equivale a nueve petros, mientras que un cibercafé pagará 640 mil bolívares (8 petros), cuando antes pagaban 145 mil.

La medida fue rechazada por los comerciantes quienes alertaron que ante las pocas ganancias se verán ahogados.

El máximo representante de la cúpula empresarial indicó además que el hecho de que en nuestro país sean pocas las nuevas compañías que abren y más las que cierran evidencia que no son pocos los obstáculos que deben sortear los nuevos emprendedores y quienes batallan para mantener la santamaría arriba.  Citó un estudio en el sector privado de finales del año pasado según el cual solo quedan 250 mil empresas en todo el territorio nacional, lo cual representa 60% menos en comparación con 1998.

“Hay comercios que están abriendo, es verdad porque hay gente que le apuesta a algunos segmentos, pero es una realidad que  muchos están cerrando. Se debe tomar en cuenta que por cifras del Banco Central (de Venezuela) en los últimos cuatro años se reporta una contracción del comercio del 75% en aporte al PIB (Producto Interno Bruto) entonces eso dice claramente que al bajar la actividad comercial en ese porcentaje son más los negocios que están cerrando que los que están abriendo”, añadió por su parte el presidente de Consecomercio Felipe Capozzolo.

Informalidad.  Los gremios advirtieron que el “castigo” que la normativa, la carga impositiva, los aranceles y en general la situación país propina a los emprendedores  y al comercio formal permite que la informalidad gane terreno.

“Hay costos que no asume la informalidad y lo formal sí y que le hacen complicado operar. Estamos viendo un emprendimiento informal y estamos perdiendo la formalización del empleo en la industria. Se trata de empresas pequeñas que funcionan fuera del marco regulatorio para poder sobrevivir a la estructura de costos fiscales y parafiscales que tiene el sistema. Se está dando mucho empleo indirecto o que no se encuentra bajo la formalidad de la seguridad social”, dijo el  vicepresidente de Conindustria Francisco Acevedo.

Dicha situación incluye el uso de mecanismos alternativos  para el pago de salarios como son el uso de divisas, el cierre de operaciones al público para ofertar bienes o servicios a través de vías como las redes sociales, dejar de recurrir a proveedores tradicionales para trabajar con otros menos estructurados y así abaratar costos o simplemente dejar de pagar los impuestos, lo cual puede acarrear sanciones a futuro.

“Hay emprendimientos e ideas que no pueden transformarse en grandes empresas porque la estructura gubernamental y la legislación complican el crecimiento”, dijo Acevedo.

Recomendaciones.  Sí,  emprender en Venezuela en un contexto de crisis  es difícil pero no imposible. Las recomendaciones de los expertos para que ello sea posible una vez se cuente con cierto capital giran en torno a innovar, tener disciplina, paciencia, perseverancia, buscar nichos desatendidos, establecer alianzas con otros empresarios y manejar de manera eficiente y efectiva los flujos de caja “para mantener el negocio vivo”.

“Comenzar un emprendimiento comercial en este momento es una decisión de mucha responsabilidad y conlleva al análisis de muchos pro y contra. En este momento uno de los pro que hay para personas que tengan capital duro en divisas  y estén dispuestos a invertir es el precio de los inmuebles en un mínimo histórico. Otro punto a favor es la  posibilidad para abastecer muchos productos porque precisamente una de las cosas que adolece el mercado en este momento es de variedad y de abastecimiento pleno”, señaló Capozzolo.

Aunque recordó que el poder adquisitivo del venezolano está mermado por lo que el enfoque no debe altos volúmenes de venta.

“Debe ser primero con una visión de largo plazo, no puede ser una visión rentista, olvídense de dólares baratos, de electricidad barata, de muchas cosas y piensen en innovar, en ser competitivos de manera que cuando el entorno o el modelo económico cambie puedan mantenerse en el mercado”, sugirió Cusanno.

Acevedo añadió fortaleza, disposición y capacidad de adaptación en un entorno que cambia constantemente las  reglas de juego.

Con información de 2001