Bookishness es una aproximación a la literatura posible para los integrantes de una sociedad agotada y confinada que se relaciona solo a través de pantallas.
La cultura del siglo XXI está obsesionada con los libros. En la actualidad se han visto objetos inesperados como falsas “estanterías” con ilustraciones de libros, esculturas de librerías, fundas de almohadas y cojines con cubiertas de libros famosas, leggins con temas de Jane Austen, etc.
Decenas de libreros y libreras afirman que los clientes para transformar una habitación de su vivienda en un puesto de teletrabajo, les han pedido libros por metro o por color, encuadernados en pasta o de aspecto más informal, dependiendo del tipo de imagen que querían proyectar.
Bookishness: adicción por los libros en la era digital
En el libro Bookishness, la escritora Jessica Pressman examina el nuevo estado del libro como objeto y símbolo. Ella explora el surgimiento de la “afición a los libros” como una identidad y una estrategia estética que prolifera desde la decoración de escaparates hasta la escritura experimental.
Desde literatura hasta objetos kitsch, películas de animación stop-motion hasta diseño de libros, Pressman considera los significados multivalentes de los libros en la cultura contemporánea.
Los libros pueden representar un refugio o un arma contra los peligros de lo digital; pueden actuar como memoriales y expresar un sentimiento de pérdida. El libro se erige como un objeto fetiche y su importancia para comprender la falsificación contemporánea.
Pressman habla sobre “la muerte del libro” como “un género discursivo distinto (y recurrente)”, generalmente interpretado en un tono melancólico.
Identifica una serie de prácticas creativas centradas en el libro tradicional: esculturas, películas, chucherías, elementos de diseño en la publicación digital, etc.
Los cambios que la era digital ha producido en nuestra experiencia vivida – nuestros hábitos, nuestros horarios, nuestras temporalidades – dan forma a cómo nos sentimos acerca de los libros”, dice la autora, “así que mirar esos sentimientos y sus emblemas y prácticas librescas nos muestra los contornos de la vida en la era digital “.
Bookishness: libros para presumir que no hace falta leer
Bookishness es la parte más fetichista de la lectura, la última tendencia en la era digital. Estanterías de pega, camisetas con portadas famosas, pavoneo literario en redes sociales.
La influencer francesa Maddy Burciaga, en enero de este año publicitó unas cajas imitación de libros de lujo a 19,99 euros las dos unidades; sus fake books no tienen páginas y, son tan buenos para decorar una habitación. En Amazon: por menos de 70 euros, el cliente puede presumir de la posesión de numerosos y muy respetables libros sin la necesidad de comprarlos, adquirir estanterías y, por supuesto, leerlos.
Los fake books de Burciaga son una manifestación más de bookishness o adicción a los libros, un nicho de mercado y una subcultura que Pressman define como una suma de “actos creativos que se relacionan con la materialidad del libro dentro de una cultura digital”.
Los propietarios de Zoom no parecen ser ajenos a todo ello, ni a las demandas de sus usuarios, y la plataforma ya ofrece varios fondos virtuales que representan una estantería cargada de libros.
Para la autora, “existe una urgencia y hay una especie de intensidad en ese apego y afiliación a los libros en la era digital”; sostiene, su exhibición en redes sociales como una forma de resistencia contra una cultura digital que habría llevado a algunos a creer obsoleta la literatura.
La popularidad de plataformas como Instagram, YouTube y TikTok ha hecho que las editoriales diseñen estrategias para alcanzar las redes sociales y eso es un claro esfuerzo por promover la lectura entre los más jóvenes y contribuir a su vigencia en asociación con nuevos actores como los booktubers y los booktokers. Eso es algo positivo dentro de la era del Bookishness.
Con información de QuéLeer
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