Generalmente, la persona encargada de hacer el cobro en el punto de venta pregunta con rapidez el número de cédula de identidad y la clave del plástico. Incluso, lo están haciendo en importantes cadenas de automercados y farmacias, basados en argumentos absurdos, tales como que el punto de venta no se puede mover porque se desconfigura, o que el cable eléctrico del dispositivo no permite ningún movimiento.
Desde luego, todas estas prácticas se han consolidado en virtud del escaso valor que clientes y vendedores otorgan a los mecanismos financieros para los pagos en moneda nacional, que como sabemos está en permanente devaluación.
Sin embargo, quien les habla cree que estas prácticas permanecerán en el país, aun cuando se decida por ejemplo, permitir pagos con tarjetas de débito que manejen divisas extranjeras.
El cliente debe recordar que la clave de su tarjeta de débito es secreta. Y cuando se la exijan debe solicitar de manera amable que le entreguen el punto de venta para pulsar él mismo las teclas de la referida clave.
Además, el comprador debe estar atento ante las condiciones del entorno en las que se hacen estas operaciones. Hay comercios que tienen cámaras de seguridad dirigidas y enfocadas directamente hacia las operaciones que se llevan a cabo en caja.
Por ende, al decir el número de cédula y la clave de la tarjeta de débito están incrementado el riesgo de un posible fraude. Estos escenarios incrementarán su probabilidad de realización en la medida en que la moneda venezolana sea reemplazada en las transacciones por operaciones electrónicas con otras monedas, sean dólares, euros o pesos colombianos.
Recuerde entonces que su clave secreta debe ser conocida solo por usted, y si considera que ha quedado en riesgo haga de inmediato las gestiones para su cambio, lo que generalmente puede hacerse a través de un cajero automático.