La extorsión es una actividad ilegal en la que uno o varios delincuentes profieren amenazas de daño físico o de otra índole si la víctima no entrega algún bien o dinero.
La principal herramienta de la extorsión es el miedo. Esto impide que las víctimas denuncien oportunamente las amenazas ante las autoridades, y se genera una espiral de impunidad.
Se trata, además de un delito que mina la estabilidad del estado, puesto que en la práctica los delincuentes terminan suplantando al estado en una de sus misiones esenciales, que dar seguridad a la ciudadanía.
En 2020 fueron iniciados 394 averiguaciones por extorsión, o por concusión, que es un delito muy parecido al primero, en el que una autoridad solicita un pago de manera solapada, sin ser muy evidentes.
Los policías que piden para los frescos al sujeto que ha sido detenido en una alcabala cometen concusión.
La cifra ya referida de 394 casos representa un incremento de 90% con respecto al total reportado en 2019. Por lo tanto, se trata de un alza que podríamos calificar de explosiva
Zulia fue de lejos el estado donde el auge de la extorsión fue más evidente. Las cifras conocidas extraoficialmente indican que el alza fue superior al 250%.
Allí, de acuerdo con fuentes del Observatorio de la Violencia, hubo por lo menos 30 incidentes en los que los extorsionadores reafirmaron sus amenazas mediante el lanzamiento de granadas o efectuando disparos a las fachadas de comercios y viviendas.
Este fenómeno va compaginado con la entrada en escena de nuevas bandas, que han encontrado en la extorsión un medio para su financiamiento.
En todos los casos conocidos, los delincuentes exigen pagos en moneda extranjera o con la entrega de algún bien, como puede ser algún vehículo o incluso cabezas de ganado.
Se trata, por lo tanto, de un tema que extenderá su influencia en 2021 y quizá mucho más allá, y que por lo tanto amerita mucha atención.