
La comercialización de pelo humano experimenta un creciente auge. Mujeres visitan a su peluquero de confianza para cortar y vender sus cabelleras y así salir de apuros económicos. Estilistas y emprendedores pagan entre $100 y $400 por las melenas que luego utilizan para la confección de extensiones y pelucas.
Caracas. “De dos a tres dólares cuesta un gramo”, asegura Giselle Contreras, conocedora en materia de estilismo y peluquería que habla del cabello humano como si se tratara de oro. En el salón de belleza donde trabaja hasta tres mujeres acuden por día para cortar y vender sus melenas con la esperanza de ganar algunos dólares que las saquen de apuros.
Pero la cantidad de dinero lo determina la balanza. El pelo se pesa y se cotiza en gramos sobre un mostrador, como suele hacerse con las piedras preciosas. Mientras más pesada y abundante es la cabellera más elevado es su precio. Las más preciadas en el mercado son las que sobrepasan los 40 centímetros de largo.
“Pagamos desde $150 a $400, según la longitud. Quienes deciden cortar su pelo lo hacen por interés económico y no por causas benéficas. A muchas no les queda otra opción”, indicó Contreras.

Un mercado en auge
En Venezuela la comercialización de cabello humano no es un fenómeno nuevo, pero sí experimenta un auge notable. Mujeres y algunos hombres visitan a su peluquero de confianza para vender sus cabelleras en un intento por aliviar las dificultades económicas. En el país el sueldo mínimo se mantiene en 130 bolívares, o 1.34 dólares al cambio, una cantidad que no cubre ni 1 % de la canasta básica.
Estudios demuestran que la economía venezolana aun enfrenta desafíos estructurales, a pesar de algunas señales de recuperación en ciertos sectores. El Observatorio Venezolano de Finanzas proyecta que la inflación podría alcanzar el 192% en 2025. Expertos coinciden en que incremento de la inflación podría erosionar el poder adquisitivo de las familias y dificultar la planificación económica.
En este contexto cortarse el pelo responde más a una necesidad. Por otro lado, salones de belleza y emprendedores encuentran en la comercialización de cabello un lucrativo modelo de negocio para subsistir.
Crónica Uno realizó un recorrido por diversos negocios dedicados a la belleza y constató que tener una cabellera larga, saludable y abundante se convierte en un valioso activo económico para emprendedores y en una tabla de salvación para ciudadanos comunes.

En la peluquería del estilista Ivo Contreras, ubicada en el centro comercial El Doral de Chacaíto, el cabello se exhibe como un objeto de lujo para quien puede costearlo. Sus instalaciones cuentan con amplias vitrinas repletas de pelucas y extensiones confeccionadas con cabello humano. Hay diversidad de tonos: rubias, pelirrojas, castañas; cortas, largas, lisas y onduladas.
Más que una necesidad un lujo
Este emblemático salón de belleza es solo uno de los que sustenta parte de su modelo de negocio con la compra de cabello humano y la venta de pelucas y extensiones hechas de esta fibra natural. Todo comienza en la silla del estilista, quien evalúa la cabellera de los candidatos para determinar si cumple con los requisitos antes de realizar el corte.

Giselle Contreras explicó que la peluquería no acepta donativos directos. Tampoco compra cabellos muy ondulados o con muchos tratamientos químicos. Las melenas mejor pagadas son las de larga longitud y hebra capilar uniforme.
“Cuando los cabellos son naturales o casi vírgenes podemos procesarlos a otros tonos de color. Son más manejables”.
Una vez que el estilista corta la melena, el cabello se lleva a un taller anexo que funciona como la primera fábrica de pelucas oncológicas del país. Allí el pelo se selecciona, se trata y se somete a distintos procesos de coloración e hidratación para la fabricación de los postizos.
Elaborar una peluca de cabello humano es un proceso laborioso. Se implanta cabello por cabello de forma artesanal y se pueden hacer personalizadas a gusto del cliente. La confección de una sola pieza puede tardar hasta un mes.
Las extensiones de cortina por paquete tienen un costo a partir de 300 dólares y las pelucas, según el largo, hasta 500 dólares o más. Sin embargo, los pacientes con cáncer reciben un descuento de 50 %.

“Los familiares de niños con padecimientos oncológicos vienen a cortar su cabello para hacerle la peluca a su familiar y hacemos el canje de cabello por peluca. Es la única transacción que realizamos”, señaló Contreras.
Yayna Bolívar, dueña de un puesto de estilismo y peluquería en el Centro de Economía Informal Manuelita Sáenz, trabaja desde hace más de 20 años con extensiones de pelo y también compra cabello humano. Explica que las caraqueñas buscan alternativas para embellecer su melena y añadir volumen instalándose postizos.

Esta realidad contrasta con la de muchas mujeres del interior del país que, forzadas por la precariedad económica, viajan hasta Caracas para cortar sus largas melenas.
“Quienes venden el pelo son mujeres de caseríos o áreas cercanas a la frontera con pocos recursos. Vienen de Táchira o Mérida. Aquí en Caracas se les paga mejor. En cambio, en el interior quieren darles 20 dólares por trasquilarlas”, señaló.
Bolívar contó que una de sus clientas emprendió un viaje hasta la frontera colombiana para vender la melena que le llegaba casi hasta la cintura, pero se arrepintió a último momento. “Ella vio como a su prima le mal cortaron el pelo con una tijera de entresacar a cambio de $20. Un chico la anduvo persiguiendo para convencerla a sabiendas de que ellas no sabían nada de precios y necesitaban resolver económicamente”, dijo.
En su salón de belleza se cotiza el pelo humano según su peso, pero solo comercializa con extensiones. Paga hasta $1 por gramo. “Por algunos mechones cancelo a partir de los 50 dólares, según su calidad”.
El costo de instalación de extensiones sintéticas va desde 25 dólares y los paquetes de cabello humano que contienen tres cortinas de 18 pulgadas oscilan desde los 180 dólares en adelante.
El pelo como reflejo de la desigualdad
En la sociedad venezolana el pelo, más que un asunto de vanidad, refleja el estatus social y el poder adquisitivo de quien lo porta. Los clientes que disponen de recursos optan por añadir cabello. Los que no, acuden a la peluquería para venderlo.
Yorelis Acosta, coordinadora de investigaciones del centro de estudios de desarrollo de la UCV, explicó que la venta de cabello humano es un reflejo de la desesperación, la precariedad y la pobreza que afecta a muchas mujeres. Sobre todo a aquellas que carecen de las herramientas para generar ingresos a mediano y largo plazo.
«Cortarse el pelo por necesidad impacta en la autopercepción de la mujer y puede generar tristeza y frustración. A la vez puede verse como un sacrificio que impacta en la estética a cambio de un ingreso inmediato que a menudo se usa para la compra de comida», detalló.
La especialista señaló que en la dimensión económica la venta de cabello alimenta la industria informal que comercializa con la fabricación de pelucas y postizos. Especialmente en zonas de la frontera y en Cúcuta donde coexiste el comercio ilícito y el legal. «Es urgente que se apoye a las mujeres, para que puedan considerar el cabello como un valor sin que eso les dañe la imagen» destacó.
Bolívar señaló que en materia de postizos de hebra natural no hay precios estándar. Todo depende de la ubicación de la peluquería y lo que los clientes estén dispuestos a pagar.
“En sectores del oeste o Petare puedes encontrar la instalación de postizos naturales hasta en 100 dólares o menos, mientras que en el este pueden pedirte hasta 2000 dólares. Todo depende de la zona”,indicó.
Mirta Clermont es una comerciante informal que desde hace un año incursionó en el negocio del cabello natural. Tiene su puesto en el corazón de Sabana Grande. Allí instaló un pendón donde anuncia que compra pelo humano para fabricar extensiones que luego instala a domicilio. Paga entre $50 y $70 por mechón.

A diario se le acercan entre tres y cinco mujeres interesadas en vender su pelo, pero no todas califican. El cabello debe estar casi virgen y tener al menos 30 centímetros de largo. Clermont es madre soltera y considera que en el cabello radica la esencia de la mujer venezolana. Por eso ofrece distintas alternativas a sus clientes.
“Trato de no cobrarles caro, les instalo las cortinas de cabello en 15 dólares cada una. Comprando e instalando pelo humano ayudo a quienes necesitan ganar dinero y también a las que desean verse bellas”, dijo.
Para los clientes con presupuesto limitado, existen los paquetes postizos de fibras sintéticas. En páginas online se encuentran a partir de $7. El catálogo de opciones también abarca otros tipos de postizos de mayor calidad, conocidos como cabello hindú o de hebra vegana.

Sin embargo, Bolívar y Contreras coinciden en que el cabello humano es y será por muchos años el más buscado por su durabilidad y apariencia natural, lo que demuestra que el pelo ha trascendido su valor estético para convertirse en un activo económico. Y a la vez, en un símbolo de estatus, evidenciando la creciente brecha socioeconómica.
CRONICA UNO