El futuro de las Ferias del Libro. El arribo del virus el año pasado encontró “mal parados” a eventos como las Ferias del Libro, desacostumbrados a formatos virtuales. Si bien se lograron numerosas visitas en actividades remotas y el alcance del formato digital fue enorme, en cuanto a negocios la sensación general no es optimista pues la potencia comercial fue bastante baja.
La experiencia de una feria de libro estaba destinada prácticamente a lo presencial sin tomar mucho en cuenta aquellos imposibilitados (por las razones que fueran) a viajar.
La contingencia las obligó al formato virtual, algunas con muy poco tiempo y/o recursos para crear una experiencia virtual satisfactoria, otras con más, pero todas con un común denominador: ofrecer contenidos y registros gratuitos con la esperanza de regresar a la “normalidad” en las siguientes ediciones, así lo señaló Rubén Padilla, Coordinador de la programación profesional de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México).
El registro y participación fue muy por debajo de lo habitual, y se espera con ansias tener contacto con gente, agendas llenas de reuniones, recorrer pasillos y encontrar novedades, cosas que no sucedieron en el 2020.
Ajustes necesarios
Ahora bien, el principal reto para las ferias del libro es la generación de recursos para garantizar su operación. Los mayores ingresos provenían de la renta de piso ferial y cuotas de acceso, patrocinios y apoyos gubernamentales, por lo que su esquema se debe replantear para diversificar entradas monetarias en su forma híbrida.
Habrá que sumar estrategias que contemplen servicios digitales cuyo cobro será tal vez menor, pero con la posibilidad de llegar a más gente. Esto también implica la optimización de recursos más limitados, una posible reducción de apoyos e incentivos y priorizar acciones, mediante constante comunicación con los miembros de la cadena productiva del libro.
Es indispensable tender más y mejores lazos de comunicación para saber qué necesitan, qué funciona y qué no, y ajustar los tornillos necesarios para un equilibrio óptimo, afirmó Padilla.
Fechas de realización
Otro aspecto que será diferente para siempre es la temporalidad de las ferias que ya no se acotarán a ciertas fechas, si no que tendrán presencia continua durante el año.
Este beneficio del formato virtual permite realizar actividades distintas que fortalezcan las relaciones con los profesionales, como mesas de diálogo entre diversos sectores de la industria, pódcast o presentaciones de productos y/o servicios, por mencionar algunas.
Como conclusión, existe un riesgo serio para las ferias del libro si se extiende por mucho tiempo el impedimento para realizar la parte presencial.
En el mediano plazo reducirán sus extensiones y números, con un enfoque más fuerte a mercados regionales y menor presencia internacional hasta que paulatinamente (cruzo dedos) se recuperen factores económicos a niveles antes acostumbrados.
Para el especialista, habrá que echar mano de la creatividad e innovación para ofrecer eventos que puedan competir con la gran oferta de contenidos que existe.
A partir de ahora serán siempre híbridas, con opciones para quienes no puedan estar físicamente, pero quieran tomar parte en ellas. Sin embargo, tendrán mayores beneficios los asistentes presenciales: afortunadamente no hay hasta el momento forma digital de reemplazar el contacto humano.
La industria editorial es frágil, y la considero bastante reacia al cambio, por lo que no vive sus mejores momentos (como muchos otros sectores) debido a la crisis generada por la pandemia.
«Pero, en palabras de la querida editora Valeria Bergalli en la pasada edición virtual de FIL Guadalajara “La industria sí, es frágil, es muy endeble, pero (…) el libro es muy fuerte…”, así que esta será sin duda una batalla más por librar, indicó finalmente Rubén Padilla en el informe Bookwire.
Con información de QuéLeer.
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