Las cifras de la hiperinflación no son claras. Deben actualizarse constantemente para no quedar rezagadas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) sabe de ello, pues han tenido que modificar sus proyecciones sobre Venezuela en numerosas ocasiones.
En 2016 el organismo internacional indicó que la inflación cerraría en 500% y el PIB se reduciría 10%. En ese momento diversos economistas ya advertían sobre el inicio de la hiperinflación y la inacción gubernamental para frenar la consecuente alza de los precios.
Contrario a ello, los desequilibrios económicos se han profundizado y pulverizado el poder adquisitivo del bolívar. El FMI estima que la producción de Venezuela se ha contraído casi 50% desde 2014.
La respuesta del Gobierno nacional ha sido el aumento de la masa monetaria, incremento de la importación de alimentos, mediante empresas contratadas por el Estado, la adecuación de controles de cambio, de precios y hasta controles en las importaciones y exportaciones. Pero ninguna medida ha podido solventar el problema.
En 2017 la situación se agravó. Inicialmente las proyecciones indicaban que el año culminaría con inflación de 700%, pero resultó peor. Para Alejandro Werner, director del departamento del FMI para el continente americano, ya hablaba de “crisis humanitaria” en Venezuela.
Si al comienzo de 2017 estimaron que el PIB descendería 7,4%, luego corrigieron. Mientras el resto de países del continente crecieron, la economía venezolana se redujo otro 12%, según el fondo. Y la inflación también incrementó a una cifra de 2.735%.
Lejos de mejorar, las proyecciones son aún peor este año. Al comienzo se estimó una inflación de 14.000% y un 15% de reducción del PIB. Luego, el segundo informe de 2018 reveló que todo sería peor: inflación de 1.000.000% y contracción económica de 18%. Para el FMI son cifras solo comparables con Alemania en 1923 o Zimbabue a finales de 2000.
¿Cómo se forma la hiperinflación?
Es una mezcla de factores, pero los economistas insisten en que lo esencial es el financiamiento del déficit fiscal. Debido al descenso en los ingresos en divisas, desde el Banco Central de Venezuela (BCV) crean bolívares para financiar los gastos del Ejecutivo. Y ello, sumado a la contracción económica, acelera el alza de los precios: más cantidad de dinero busca menor cantidad de bienes y servicios.
Las cifras del BCV revelan que la cantidad de bolívares en circulación pasó de 27.2 billones en julio de 2017 a 2.7 billardos en julio de 2018. Es decir, en un año la liquidez monetaria se multiplicó por 100.
El pago de bonos y subsidios de los servicios públicos son algunos de los gastos implementados por el Gobierno. Y con la caída en la producción petrolera, los ingresos en divisas del país también se desplomaron.
Créditos: Efecto Cocuyo
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