En una entrega anterior se hizo una referencia general a la necesidad de mantener plenamente identificadas a las personas que prestan algún servicio, temporal o permanente, en los lugares donde residimos, ya sea viviendas unifamiliares, conjuntos residenciales o condominios.
La utilidad práctica de este consejo se pudo corroborar durante las averiguaciones llevadas a cabo en torno al asalto a una vivienda en el sector La Unión del municipio El Hatillo.
En este robo, los antisociales irrumpieron cuando los ocupantes se encontraban dormidos. Los sometieron y procedieron a sacar del lugar los artículos electrónicos, joyas y otros elementos considerados de valor.
En este caso, las personas que residen en viviendas cercanas se dieron cuenta de que ocurría una actividad irregular y alertaron a la policía municipal, cuyos agentes a esa hora se presentaron en el sitio de forma casi inmediata. Esto ocasionó que los asaltantes huyeran sin llevarse siquiera el botín. En la persecución posterior, algunos integrantes de la banda fueron detenidos e interrogados. Esto permitió determinar que estos individuos contaban con información previa sobre la rutina de los habitantes gracias a la complicidad de una doméstica que desde hace meses laboraba en el inmueble.
Claro está, este hallazgo no fue casual. Los investigadores de delitos ya saben, casi que por estadística criminal, que en todos los robos de este tipo hay una fase de vigilancia y recopilación de información por parte de los perpetradores. Y las domésticas son una de las fuentes de estas informaciones, cuando no forman parte también de las bandas.
Siempre es conveniente aclarar que no todas las domésticas se prestan para delitos. Pero que en casi el 100% de los asaltos a inmuebles los antisociales cuentan con datos vitales aportados por personas que han prestado algún servicio a los propietarios, ya sea en forma ocasional o permanente.
Este caso viene a confirmar la norma ya advertida por jefes policiales en charlas con asociaciones de vecinos.
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