Precauciones mínimas para asegurarse de que los planes vacacionales para niños y jóvenes transcurran sin sobresaltos

Probablemente ustedes que escuchan hayan participado alguna vez en un plan vacacional en las épocas en que cesa la actividad académica. Ustedes que escuchan tengan hijos y estén preguntándose por las condiciones de seguridad que estos planes deberían ofrecer en la Venezuela actual.

Vamos por partes

En primer lugar, los planes vacacionales deben ser diseñados para segmentos de edades específicos. No es recomendable que estén mezclados niños y jóvenes en un mismo plan. Cada sector amerita de un cuidado especial, así como de ciertas reglas sobre lo que se debe y lo que no se puede hacer. Entonces, si en un mismo plan vacacional ve mezclados a niños con jóvenes, puede descartarlo.

Pero, desde el punto de vista de la seguridad hay dos aspectos que deben ser revisados con detenimiento por los padres o representantes.

En primer lugar están las condiciones para el traslado de los participantes, desde el punto de reunión hasta el lugar donde se desarrollará el plan. Este traslado debe hacerse con puntualidad, en unidades con vigilancia permanente y sin paradas entre el punto de reunión y el destino, donde se llevará a cabo el plan. El traslado debe ser considerado como un momento clave de exposición de los niños o jóvenes, y por ende debe ser reducido al máximo. Es conveniente, por lo tanto, que el trayecto de la unidad sea monitoreado por los organizadores del plan, así como también por los padres y representantes. Para ello existen varios mecanismos. Pero el más efectivo es disponer del número telefónico del conductor o del recreador o supervisor del programa que estará con los participantes durante el traslado. Si esto no es posible, tendrá una razón de peso para descartar de plano este plan vacacional.

Por otra parte, se debe descartar cualquier tipo de traslado no planificado ni revisado con antelación, desde el centro donde se realiza el plan vacacional. De las improvisaciones generalmente surgen los sustos y las preocupaciones.

Luego, es necesario revisar las condiciones en que está la instalación donde se desarrollarán las jornadas del plan vacacional. Esto implica llevar a cabo un recorrido con personal especializado en la detección de vulnerabilidades de seguridad. Se trata en fin de cuentas de una pequeña auditoria de seguridad, en la que se pondrá especial atención a las entradas y salidas de la instalación, las posibles brechas en el perímetro, la existencia de supervisores presenciales, así como de vigilancia a distancia mediante cámaras de seguridad, e igualmente la rigurosidad con la que se apliquen los controles de acceso por parte de terceros ajenos al plan. Tómese en cuenta que actualmente hay centros sociales y clubes que prestan o alquilan sus instalaciones para estos planes, pero que no pueden impedir el acceso de otros socios, de manera que existe la posibilidad de roces o mezclas entre participantes en el plan y personas ajenas a él.

Finalmente, es cierto que los planes vacaciones son contratados por los padres o representantes con la finalidad de quitarse un pequeño dolor de cabeza, como es la permanencia de los hijos en las residencias durante las horas diurnas. Pero esto no exime a los padres de ejercer sus propios controles y supervisiones mientras que el joven está participando en el plan. Por lo tanto, siempre se debe tener a mano los números telefónicos de los supervisores presenciales y responsables del plan, así como también se puede establecer mecanismos de reporte periódico de los hijos vía telefónica.

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