Reseña de “A propósito de nada” de Woody Allen

A propósito de nada - Woody Allen - federadiove
A propósito de nada - Woody Allen

Si a uno le preguntan por Allan Stewart Konigsberg, probablemente nadie sepa de quién se trata. Mientras que por su nombre profesional, Woody Allen, lo conoce media humanidad. El cineasta decidió escribir su biografía A propósito de nada (Apropos of Nothing, 2020)

El libro básicamente es un recuento de su actividad profesional, sus relaciones sentimentales y sus problemas legales, que los ha tenido por montón. Él mismo reconoce que muchos se interesan en el libro solo por saber lo que dice de Mia Farrow, su compañera sentimental, madre de un hijo biológico con la que vivió una sórdida relación ventilada por todos los medios de comunicación.

A pocos meses de cumplir 85 años, decidió contar sus experiencias. Comenzó en el negocio desde los 16 años  y no ha parado de trabajar. Allen ha escrito chistes para la prensa, guiones para cómicos, para programas de televisión, de cine, ha sido director, actor, escritor y músico amante del jazz. El libro cuenta muchas anécdotas con los principales actores y directores de cine en sus 60 años de carrera.

Allen se ha ido adaptando a las épocas y ha trabajado con actores de todas las décadas como: Geraldine Page, Maureen Stapleton, Danny Aiello, Jeff Daniels, Max von Sydow, Michael Caine, Diane Wiest, Barbara Hershey, Gene Hackman, Gena Rowlands, Sandy Dennis, Martin Landau, Anjelica Huston, Alan Alda, Donald Pleasence, John Malkovich, Sydney Pollack, Judy Davis, Juliette Lewis, Cate Blanchett. Scarlett Johansson, Jonathan Rhys Meyers, entre muchos  otros.

En este libro se autorretrata como una persona maniática, pesimista, de baja autoestima, muy duro consigo mismo y con su padre, quien era un apostador y timador. Parece un sinsentido que Allen se dedicara a escribir humor. Creció en una época donde había muy buenos comediantes y a él le pagaban muy bien por escribir chistes desde muy joven.

“…misántropo, claustrofóbico, aislado, amargado, cargado de un pesimismo implacable. Algunas personas ven el vaso medio vacío, otras lo ven medio lleno. Yo siempre veía el ataúd medio lleno” (pág.15)

Allen demuestra que escribir comedia fue una profesión muy valorada, él se llegó a codear con los grandes del espectáculo y de cada uno fue aprendiendo para, a la final, darse cuenta de que podía ser alguien seguro de sí mismo y no hacerle caso a las críticas. Aprendió a manejar sus propios proyectos ya que fue estafado en algunas oportunidades.

Woody Allen no llegó a concluir ninguna carrera. Su hobby era escaparse y meterse a las salas de cine, de allí su pasión por el séptimo arte. Cuenta que su deseo era ser dramaturgo y estuvo involucrado en varios proyectos de Broadway. Allen no se considera un intelectual y esto pareciera un contrasentido tanto por su aspecto físico como por sus lecturas y gustos culturales. Muchas de sus películas están llenas de tiendas de discos, librerías, clubs de jazz y fiestas con vino blanco y ópera de fondo.  Allen es  un terrorista cultural y detesta el postureo intelectual. NI siquiera le gustan los Premios Oscar.

Reconoce que se trató con una gran cantidad de psiquiatras, lo cual fue inútil ya que no lograron curar su melancolía, ansiedad y furia.  Se sentía desesperado, atemorizado y hasta suicida. Incómodo en el mundo.  No le gustan los aviones y ama a la ciudad de Nueva York donde se siente en casa.  Reconoce su torpeza con la tecnología y aUn sus guiones los realiza en una máquina de escribir Olympia. No sabe ni usar un celular. Su mujer Soon Yi es la que lo asiste.

“No me gustan los aparatitos. No tengo relojes, no uso paraguas, no poseo cámaras ni grabadoras y aún hoy necesito que mi esposa configure el televisor. No tengo ningún ordenador, jamás me acerqué a un procesador de texto, nunca he cambiado una bombilla, ni he mandado ningún correo electrónico ni he lavado un solo plato” (pág.85)

En el amor, cuenta que tenía mala suerte con las mujeres, no lo consideraban atractivo y rechazaban sus invitaciones. Deja entrever que se enamoró varias veces de sus actrices, como es el caso de Diane Keaton, Mia Farrow y varios affaires más.

Allen, Son-Yi  y  Mia

Con Mia Farrow, Woody Allen ha vivido una película de terror. Reconoce que ella le atrajo mucho físicamente y la califica como  una excelente actriz que protagonizó varias de sus películas. Pero, al conocerla, no vio las señales de alarma. Debió haberle preocupado el que la familia de Mia tenía muchos problemas: prisión, suicidio, alcoholismo, abuso de menores, entre otros; mientras que en su familia no había pasado nada similar.

Vivieron  en casas separadas. En los 13 años de relación, jamás durmió  en su apartamento ubicado al otro lado de Central Park. Es el padre de tres de sus catorce hijos.

Su relación con Soon-Yi empezó cuando ella tenía 22 años. Cuenta que al comienzo, ni se hablaban, ella era hija adoptada de Andre Previn y Mia Farrow.  Fue una huérfana coreana que vivió en las calles. Un día, Allen la invitó a ver un partido de basketbol  y descubrió que era una chica inteligente. La relación fue afianzándose y todo se descubrió por unas fotos íntimas. A partir de allí comenzó la guerra.

“Ella consideraba que su madre me trataba como un verdadero títere y que yo era un infeliz consumado si no me daba cuenta. No tardé en enterarme de que Soon-Yi y Mia no se llevaban bien y que las cosas en su casa eran totalmente distintas cuando yo no estaba presente. Empecé a darme cuenta de que no era la joven estúpida que Mia había pintado, sino una mujer sumamente inteligente, sensible y perspica”  (pág.255)

Farrow acusó a Woody Allen de abuso sexual hacia su propia hija Dylan. Sin embargo, las autoridades no encontraron ningún elemento de culpa y determinaron que las alegaciones eran infundadas. Inclusive, su hijo Moses Farrow quien dijo estar presente ese día de 1992, negó las acusaciones y dijo que todo fue un invento de Mia.

Según el libro, el Woody Allen de hoy es un  hombre feliz que ama a mi esposa Soon-Yi, con quien lleva 22 años. Adoptaron dos hijas que ya van a la universidad.  Allen tiene buena salud y sigue filmando.

“Cuando me enamoré de Soon-Yi, se volvió a hablar de Manhattan y repentinamente me endilgaron la reputación de ser una persona obsesionada con las mujeres jóvenes. En realidad, lo que sí me obsesionaba eran los gánsteres, los jugadores de béisbol, los músicos de jazz y las películas de Bob Hope, pero las mujeres jóvenes apenas representan una mínima fracción de las mujeres con las que he salido en todas estas décadas”  (pág.205)

El legado cinematográfico de Woody Allen es extenso. Unos dirán que es  un buen cineasta, mientras que otros seguramente, lo detesten. Sin embargo, para muchos, siempre será un pedófilo, aunque las acusaciones hayan sido falsas.

Genio y figura

“Yo aborrecía el instituto hebreo tanto como la escuela pública y ahora os explicaré por qué. En primer lugar, jamás acepté todo ese tema de la religión. Ni siquiera creía que hubiera un Dios; tampoco pensaba que, en el caso de que sí existiera, estaría convenientemente a favor de los judíos. El cerdo me encantaba. Detestaba las barbas”  (pág.37)

“A estas alturas probablemente hayáis adivinado que como cineasta soy un imperfeccionista. No tengo paciencia para rodar escenas una y otra vez con el objetivo de contar con planos adicionales captados desde diversos ángulos, por valiosos que sean luego a la hora de realizar el montaje. A mí me gusta rodar una escena, pasar a la siguiente, terminar y salir pitando”  (pág.340)

“Si mis películas no son mejores, la culpa es solo mía. Se me proporcionó una libertad total para hacer cualquier proyecto que yo eligiera (dentro de un presupuesto determinado) y un control artístico absoluto. Bobby Greenhut, mi productor, comentó: «Es como si estuviéramos trabajando con una beca”. (pág.185)

“Después de años trabajando en el mundo del cine, mi teoría es que el problema casi siempre reside en el guion. Es mucho más difícil escribir que dirigir; un director mediocre puede realizar una película buena a partir de un guion bien escrito, pero un gran director nunca podrá convertir un guion flojo en una película buena. Vale: he dicho nunca”. (pág.195)

“El consejo que siempre doy a los realizadores jóvenes cuando me lo piden es el siguiente: sudad la gota gorda. No levantéis la mirada. Trabajad. Disfrutad de vuestro trabajo. Si no disfrutáis de vuestro trabajo, cambiad de oficio. No os dejéis dirigir por otros”. (pág.193)

“La gente me pregunta si alguna vez tengo miedo de despertar una mañana y no ser gracioso. La respuesta es no, porque ser gracioso no es algo que te pones como una camisa cuando te despiertas y de pronto es una camisa que no puedes encontrar. Simplemente, o eres gracioso o no lo eres”.  (pág.345)

Con información de Qué Leer


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