
El Centro Comercial Parque Cerro Verde se convirtió el pasado sábado, 13 de septiembre, en epicentro de la venezolanidad.
Bajo el pretexto de celebrar el Día Mundial de la Arepa, la primera edición del Arepa Fest congregó a las principales marcas de harina de maíz precocida del país en una tregua comercial, un armisticio en honor al plato que define la mesa nacional.
Entre el bullicio festivo y el aroma a maíz, un evento particular capturó la atención del mundo corporativo y de los consumidores: Harina Juana, con más de medio siglo de historia, estaba a punto de dar un giro a su propio legado.

La jornada no fue una simple celebración. Para Molinos Nacionales C.A. (Monaca), representó un acto de reafirmación.
Armando González, Gerente Nacional de Ventas de la compañía, lo definió como un necesario «refrescamiento de la marca, un recordatorio».
En sus palabras, se trató de anunciar que una marca posicionada en la mente del venezolano «volvió con mucha fuerza, con productos de buena calidad y precios accesibles».
Harina Juana, la segunda marca con más tradición en el mercado, no buscó únicamente exhibir sus atributos históricos —una suavidad casi proverbial, su calidad y textura—, sino también declarar su intención de permanencia y crecimiento en un mercado competitivo.
«Estamos aquí para que el venezolano que por tradición nos conoce sepa nuevamente que este producto está en la calle y que está para prestar un mayor servicio», afirmó González.

Un rostro con nombre y apellido
El clímax del día para Harina Juana llegó con una revelación histórica: por primera vez en sus 55 años de existencia se le daría un rostro humano a Juana.
La decisión, según detalló el gerente, surgió como respuesta directa al clamor del consumidor. Las preguntas en los puntos de venta sobre el retorno del producto impulsaron a la empresa a materializar una conexión más profunda.
«Decidimos hacer un concurso para darle una cara a este producto. Una cara de alguien que sea de esta generación, que nos represente«, explicó.
El proceso fue una concesión al veredicto popular. De un universo de 320 aspirantes, se seleccionaron cuatro finalistas. La decisión final, por su parte, se dejó en manos de los usuarios y consumidores a través de las redes sociales.
El resultado de esa votación se materializó en Delcarys Omaña, quien representará a la marca durante un año, iniciando una nueva tradición que se repetirá en 2026.

La nueva «Juana» desmanteló de un solo gesto la imagen clásica del empaque: la mujer de tez blanca y cabello negro hasta los hombros.
De esta manera, una estampa «muy tradicional a la colonia» fue sustituida por una joven pelirroja, de piel bronceada y espíritu costero.
«Quisimos romper esquemas», subrayó González. «La idea es que, rompiendo los estereotipos, la gente pudiera identificarse. La imagen 2025 de la mujer venezolana es otra«.
Afirmó, asimismo, que la selección no se basó en el físico, sino en características que resonaron con los consumidores. Una mujer emprendedora, práctica, que impulsa a su familia.
Harina Juana, orgullo nacional
Delcarys Omaña, oriunda de La Guaira, asumió su rol con una elocuencia que fusionaba orgullo y propósito.
«Estamos, este Día de la Arepa, representando a todas las reinas de Venezuela que no necesariamente llevan una corona. A veces llevan un delantal. Otras, libros. O, como yo, llevan sueños«, proclamó.
Con su identidad de «costeñita», encarnó el carisma y la fortaleza que, según ella, define a la mujer venezolana. Su percepción de la marca es contundente: «Pienso que Juana somos todas».

Esta renovación de imagen se ancla en una sólida estrategia de mercado.
Tras un período de dificultades organizativas, la marca está en plena ejecución de un relanzamiento con el objetivo de asegurar una presencia capilar en todo el territorio nacional. De hecho, González apuntó que el indicador más elocuente de su éxito es la tasa de recompra.
«Donde la hemos colocado, se hace recompra. Ha sido un boom«, aseguró, admitiendo que la capacidad productiva se encuentra al máximo debido a la alta demanda, una situación que prevén solventar.
Los tres pilares de la marca —calidad, suavidad y excelencia— se mantienen inalterables. «Es una harina que huele y tiene un sabor a maíz incomparable», destacó, señalando este como un diferenciador clave en el anaquel.

La arepa une
El evento, orquestado por el «arepólogo» Ricardo Estrada, trascendió lo meramente comercial. Estrada vio en la coexistencia pacífica de seis marcas competidoras un poderoso mensaje para el país.
«Esto demuestra qué importante es cuando un alimento te identifica y te une a tu ADN, a tus raíces, a tu cultura», destacó.
En ese contexto de unidad, la reinvención de Juana no fue solo el lanzamiento de una campaña, sino un reflejo de la evolución de una identidad. La tradición no fue descartada, sino reinterpretada a través de un nuevo rostro. Uno que mira al futuro desde la orilla del mar.
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EL NACIONAL