Los robos y los hurtos a las viviendas, ya sean casas, condominios o apartamentos, se han convertido en un verdadero dolor de cabeza. Hay la percepción de que se trata de un delito que está de moda, sin embargo, desde instancias del poder se nos asegura que estos robos y hurtos, así como el resto de los delitos contra la propiedad, en realidad están disminuyendo.
Se pudo acceder a los datos correspondientes a los robos y hurtos a tales inmuebles, durante los primeros nueve meses de 2017, y los comparamos con los del año que está en curso el resultado fue revelador. En 2017 los objetos guardados en las viviendas fueron el objetivo de la acción de los delincuentes en el 26,9% de los casos reportados en todo el país. Mientras tanto, en 2018 este porcentaje se ubicó en 26,3%, apenas 0,6% menos que el año pasado.
Esto quiere decir que las viviendas y los objetos atesorados en ellas se mantienen como uno de los objetivos más perseguidos por los delincuentes. Prácticamente, uno de cada cuatro casos de robo o hurto ocurre en viviendas, esta circunstancia nos obliga a replantear seriamente todas las tácticas de seguridad que se diseñan desde el ámbito público, pues se ve con claridad que los antisociales actualmente están irrumpiendo con mucha fuerza en la intimidad de los ciudadanos.