Según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina CEPAL de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en su más reciente «Estudio económico de América Latina y el Caribe 2025«, Venezuela proyecta un crecimiento estimado de su PIB por el orden del 2%, luego de un crecimiento del 6,2% experimentado en el año 2024. Esto supone una ralentización de la actividad económica nacional, la cual responde en buena medida al escenario geopolítico y a la propia política económica nacional, sumida en distorsiones monetarias, cambiarias y fiscales, que afectan el desarrollo comercial del sector público y privado.
Según cifras del 1.er informe trimestral de coyuntura 2025 de CONINDUSTRIA, Venezuela se encuentra por debajo del 46% de la capacidad utilizada en términos de producción, colocando al país en una posición de rezago respecto a Brasil, por ejemplo, que produce al 80% de su capacidad.
Es en este escenario donde el Ejecutivo nacional recientemente anuncia sus proyecciones de crecimiento económico con miras al 7,71% de variación del PIB en un clima de aumento constante de precios y depreciación diaria del tipo de cambio oficial. Sin embargo, la oferta gubernamental se basa en un crecimiento apalancado por asociaciones estratégicas, zonas de libre comercio y mayor participación del Estado en la economía.
Finalmente, el crecimiento económico permanente debe derivar en desarrollo económico, pero no hay desarrollo económico estructural si no se valida una mejora sustancial de las condiciones de vida de los habitantes de un país, y ese es el verdadero reto de toda política económica.
Econ. Aarón Olmos / Programa Economía Digital
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