En una conversación con nuestra amiga, Yenni Peña, de Proyecto InfoGénero (@Info_genero), a la salida de un programa de radio, compartimos la percepción de que el tema de la violencia contra la mujer, copa muchos de los espacios de organismos y personas que trabajan por los Derechos feministas, dejando por fuera otros que se dan por “resueltos” o “menos graves”, como por ejemplo, el caso de las mujeres en las empresas, públicas o privadas.
Sin ánimo de intentar establecer prioridades o descalificar el trabajo que se hace con mujeres en situación de alto riesgo, pensamos que el tema de la inserción y vida laboral de una mujer merece también ser estudiado, discutido, protegido y defendido.
Existen estadísticas internacionales que reportan la cantidad cada vez más creciente de mujeres incorporadas al mundo laboral, los tipos de oficio a los que se dedican, la cantidad de tiempo que permanecen activas económicamente, cuánto contribuyen al PIB de sus países, etc. Pero lo que nos ocupa en este artículo y que fundamenta en gran medida el trabajo de FeminismoINC, son los datos intangibles, las dificultades y vivencias que muchas mujeres sufren para poder mantenerse y triunfar en el medio laboral.
De acuerdo a nuestra experiencia, estos son algunos:
- Acoso laboral/sexual por parte de jefes
- Descrédito a sus aportes o juicios de descalificación por ser mujer (“mujer tenía que ser…”)
- Robo de ideas por parte de un jefe que no le da crédito público
- Asignación de roles de apoyo, bajo perfil o segundo plano
- Asignarle automáticamente labores de secretaría, arreglos logísticos u orden y minuteo de reuniones porque “las mujeres son más organizadas que nosotros”, o sea, que lleven ellas esa carga.
- Escasa promoción a puestos de dirección
- Crítica a las emociones y forma de expresarlas. Achacar al período menstrual cualquier indicio de mal humor
- Ser blanco de chistes misóginos y tener que reírlos y celebrarlos
- Reacción negativa ante la noticia de un embarazo
- Preferencia de contratación o promoción y ascenso de un hombre por temor a la maternidad. Dar por sentado que la responsabilidad de hijos y hogar es de la mujer trabajadora y no de los hombres cuando van a ser contratados.
- Exigencias de dominio y experticia en una materia con mayor énfasis que lo que se le exige a un hombre (a los hombres se les contrata por potencial, a las mujeres por la experiencia).
- No ser incorporadas en los paneles de expertos en las reuniones internas o en representación de la empresa en eventos externos. Confiar siempre más en un hombre para estas actividades.
- Irrespeto al horario de trabajo, exigiendo asistir a reuniones después de las horas laborales, sin tomar en cuenta que esa mujer sale a su segundo trabajo en el hogar
- Prohibición de tomar horario flexible
- Exigencias para lucir un cuerpo y apariencia estéticamente aprobado por los hombres, sopena de ser blanco de burlas y críticas vejatorias (gorda, fea, vieja…)
- Menor remuneración por el mismo trabajo que los hombres
- Falta de sensibilidad a sus problemas y presiones familiares, siendo que la mujer es la cuidadora oficial de la familia, bien sea de los hijos, padres, hermanos, enfermos, etc.
- Poner como condición que la mujer beba alcohol o asista a fiestas o viaje fuera de la ciudad como parte del trabajo, y dejarla por fuera si se niega o demuestra que no le es posible.
- Amenazas veladas para que haga cosas con las que no está de acuerdo
Reglas de competencia interna por el poder que se adaptan más al estilo de los hombres. Las empresas están hechas por hombres, con reglas masculinas, al punto de que muchas mujeres que actualmente ocupan posiciones de alta gerencia, incurren en estas mismas prácticas con sus pares femeninos de menor nivel. Se masculinizan en el ejercicio del poder como una forma de garantizarse un puesto que de otra forma no hubiesen conseguido.
Por ello creemos que las empresas deben incorporar perspectiva de género en sus políticas, normas y prácticas de trabajo, buscando tener un equipo gerencial y una población laboral diversa, donde se respete la opinión de todos y se logre generar un clima de equidad tanto para mujeres como para hombres.
Las empresas deben procurar la defensa de los derechos de sus mujeres vía formación, sensibilización y evaluación de desempeño, para que esas mujeres tengan un espacio donde puedan poner todos sus talentos a funcionar con libertad. Y al mismo tiempo, a quienes trabajan por el feminismo, entender que la mujer trabajadora también necesita ser atendida, poniendo sobre la mesa la discusión sobre su situación, porque al igual que muchas, vive una situación de violencia organizacional y un machismo empresarial que la debilita y maltrata.