El extravío de las llaves de nuestras viviendas u oficinas, ya sea por descuido, negligencia o por acción criminal, representa una importante brecha de seguridad.

El principal problema con este tipo de situaciones es que generalmente la persona que era propietaria de estas llaves desconoce con exactitud cuándo y dónde perdió el control de sus llaveros.

En un entorno de seguridad medianamente aceptable, los extravíos de llaves generalmente son ocasionados con exclusividad por el usuario. Al descartarse la acción criminal, se reduce la probabilidad de que tal pérdida conduzca a una posterior irrupción por delincuentes en nuestras residencias o lugares de trabajo.

Sin embargo, un video divulgado recientemente en los medios colombianos revela cómo un grupo de antisociales logró irrumpir en un local de equipos informáticos ubicado al norte de Bogotá utilizando aparentemente la llave del propietario. Los hampones ubicaron el sitio donde las llaves eran útiles probando en cada inmueble.

Al verificarse la pérdida de una llave, el propietario deberá suponer que esto sucedió por acción delictiva, o en todo caso que esa llave podrá ser utilizada para robos o hurtos.

Deberá suponer, además, que el tiempo corre en su contra. de manera que no podrá prolongar en demasía los procesos de verificación de la existencia de las llaves en los sitios donde estuvo últimamente.

Lo inmediato será, desde luego, cambiar los mecanismos que eran activados por tales llaves para permitir el acceso a los espacios. Si se trataba de una llave convencional, cambiar los cilindros. Si era magnética o electrónica, reprogramarla.

De igual forma, el propietario deberá estar atento ante cualquier actividad irregular alrededor de los inmuebles en el futuro inmediato. Si se trata de la llave que permite el acceso a un condominio, deberá hacer la notificación pertinente a la junta, la cual deberá de inmediato hacer los cambios a los que haya lugar.