La ópera prima de Virginia Anzola-Vitols, escritora venezolana radicada en Londres, Madera Fina (2021), es una apasionante historia que conjuga aventura, valentía, violencia y ambición en tierras de belleza exuberante.

El libro está dividido en tres partes, tres historias íntimamente ligadas con una trama fascinante que atrapa al lector desde un comienzo.

¿Cuál fue tu motivación para escribir Madera Fina?

La semilla de Madera Fina comenzó a germinar hace más de veinte años, cuando leí por primera vez El descubrimiento del grande, rico y bello imperio de Guayana, un panfleto publicado por Walter Raleigh a fines de 1595, donde este relata sus aventuras en busca de la ciudad de oro en Venezuela y su recorrido en barco desde el Delta del Orinoco hasta la desembocadura del Caroní. La emoción con la que Raleigh describe los paisajes que se encontró en las riberas del Orinoco y con la que resalta la bondad de las tribus indígenas que conoció durante la expedición, me marcaron tanto que terminaron por motivarme a escribir la novela.

La primera parte de Madera Fina, es la historia del temerario corsario inglés, Sir Walter Raleigh, quien narra en primera persona su ascenso a los altos círculos de la corte de Isabel I y su participación en los proyectos de exploración en el Nuevo Mundo.

«La vida es un teatro, pero —discúlpeme por haber omitido esto anteriormente—, también es una constante apuesta. Tomas riesgos cuando las oportunidades se asoman y esperas por el mejor desenlace. Yo fui un joven ambicioso que tomó riesgos que pagaron bien; pero no se confunda, trabajé como un desquiciado para lograr lo que quería”. (pág.14)

¿Qué es lo más interesante de un personaje histórico como Walter Raleigh?

Raleigh pertenece a una generación de hombres excepcionales, nacidos en un período de florecimiento artístico e intelectual en Europa y de feroces conflictos geopolíticos entre las naciones más poderosas del viejo continente que buscaban expandir sus horizontes hacia el Nuevo Mundo.

Me atrevería a afirmar que Raleigh encarna en su persona las ambiciones de una Inglaterra que se había quedado atrás en el juego geopolítico pero que, bajo el reinado de Isabel I, se forja una identidad como nación protestante, de gran poderío naval y de ambiciones por conquistar el mundo, no solo a nivel territorial sino también comercial.

Walter Raleigh fue un personaje sumamente carismático en su época, tanto que se ganó el corazón de la Reina Isabel y fue su favorito durante muchos años. También fue soldado, poeta, explorador, parlamentario y precursor de la Compañía de Indias Orientales y de la Compañía de Virginia, la cual terminará por establecer el primer asentamiento inglés en Norteamérica.

No está exento Raleigh, sin embargo, de una terrible reputación como soldado despiadado que masacró católicos en Irlanda en los inicios de su carrera y como brutal corsario e impulsor de las guerras de corso contra España y Portugal.

Destacan en esta novela, las conversaciones entre Sir Walter Raleigh y el prisionero español Pedro Sarmiento de Gamboa, uno de los más prestigiosos conquistadores de origen gallego. Ambos reflexionan sobre el impacto de la conquista.

«A quiénes estamos engañando cuando insistimos en que tenemos una especie de autoridad divina sobre los nativos del Nuevo Mundo y sus tierras ancestrales?… ¿Cómo terminará esta historia que apenas comenzamos a escribir?” (pág.48)

¿Cómo crees que hubiese sido la colonización del Nuevo Mundo si hubiesen sido los ingleses y no los españoles los que hubiesen llevado la bandera?

No me gusta plantearme escenarios bajo la premisa ‘qué hubiese sido’ porque pienso que no aportan nada a la realidad. La colonización es, por su naturaleza, un tema doloroso para las poblaciones colonizadas y bien sabemos que ésta puede dejar heridas muy difíciles de sanar. Madera Fina busca, en cierta forma, apaciguar el dolor de estas heridas pues, a pesar del sufrimiento, y quizás como consecuencia de éste, evolucionamos en esta raza única que somos los venezolanos: diversa, hermosa y riquísima en herencia cultural.

La Historia de las Amazonas, es la segunda parte del relato. Virginia Anzola-Vitols nos lleva a un bohío en plena selva y nos hace partícipes de las sesiones de narrativa oral donde cada miembro de la tribu cuenta el origen de las valientes amazonas.

Desde su génesis como tribu marajoara, pasando por el rapto de los yanomamis, hasta la materialización del sueño de libertad liderado por la cacica Cananí, el lector es testigo de la épica travesía que completan estas mujeres a través de la selva amazónica y la tierra de tepuyes. El manejo impecable de la narrativa y la descripción caracterizan una novela que deja huella.

Diseño de portada: Marielisa Müller.

¿Por qué es importante darle fuerza a nuestros mitos y leyendas?

Estos son hilos mágicos que nos unen a nuestros ancestros y que mantienen vigente nuestra identidad. Una nación que no celebra a sus poblaciones indígenas, su mitología y el imaginario desde el cual comenzó a forjar su cultura, es una nación de raíces débiles, que no se valora a sí misma y corre el peligro de ser arrebatada.

Las niñas y mujeres han sido guiadas, sin saberlo, por María Lionza, Yara, reina Yaguaré, patrona de las amazonas y diosa venezolana.
 
«Mi hogar es la montaña de Sorte, en Yaracuy, pero mi espíritu está en todas partes. Yo soy la piache del oeste y mis poderes me han permitido ver el pasado, el presente y el futuro de nuestra tierra sagrada”. (pág.218)

Las amazonas, el Dorado, María Lionza forman parte de los mitos y leyendas venezolanos ¿Qué aspectos te parecieron más interesantes para incluirlos en tu narrativa?

Los mitos y leyendas son regalos que heredamos de nuestros ancestros y que fortalecen nuestra identidad y sentido de pertenencia. En una búsqueda por rescatar la esencia de lo que somos, en Madera Fina recogí retazos de algunas de nuestras leyendas venezolanas y tomé prestados los relatos de los conquistadores españoles acerca de la tribu de guerreras que se toparon en las riberas del río Amaru-mayu en el siglo XVI y a quienes ellos decidieron calificar como amazonas.

En Madera Fina yo no disimulo la admiración y respeto que siento por la mujer venezolana, por su fortaleza de espíritu, por ser madre cariñosa, por negarse a inhibir su feminidad y por el contrario, enaltecerla. Podrá ser tema de debate para muchos, pero yo creo que Venezuela es una sociedad matriarcal. ¿Cuántas mujeres no levantan solas a sus hijos, dando la batalla y trabajando sin descanso? ¿Cuántas no dan la vida por sus hijos y qué decir de la devoción de estos por sus madres?

A Maria Lionza era imposible no incluirla en la novela. Ella es el oráculo, hija del Cacique Yaracuy, a quien nuestra gente recurre con fe para pedirle milagros. Ella es también la diosa de las montañas y de los ríos que esconden minerales preciosos que con tanta rapacidad han sido explotados a lo largo de los siglos.

El mito de El Dorado por su parte -esa gran ciudad de oro que desató ambición desmedida y ocasionó tantas muertes en su momento- me resulta una gran paradoja de nuestra historia. Una primera interpretación nos podría llevar a concluir que la sospecha de los europeos no era infundada, pues Venezuela resultó ser una tierra riquísima en recursos minerales. Sin embargo, ¿no sería más bonito y más acertado afirmar que Venezuela toda es un gran Dorado, no precisamente por su oro y sus minerales, sino por su inmensa riqueza natural y humana? El mismo Walter Raleigh lo sugiere en Madera Fina cuando desde su prisión en la Torre de Londres recuerda el oro de Venezuela en la piel tostada de los indígenas, en los cielos del amanecer en Guayana y en el reflejo de estos en la superficie del río Orinoco.

Venezuela es un rico territorio con una naturaleza de una riqueza incomparable. ¿Cómo fue tu inspiración para escribir sobre cada paisaje con lujo de detalles? ¿Conoces los tepuyes?

¡No conozco los tepuyes! Lo más cerca que he estado a ellos es en la Gran Sabana desde donde los pude apreciar como siluetas majestuosas e hipnotizantes desde la distancia.

Los tepuyes son, de cualquier manera, parte de nuestro imaginario. Son una presencia constante, como el Ávila que siempre está ‘allí’, en el corazón de los caraqueños, incluso cuando tenemos años sin admirarlo con nuestros propios ojos.

Mi fuente de inspiración para recrear nuestros paisajes: el Delta, el río Orinoco, San Tomé de Guayana, el Caroní y la Tierra de Tepuyes fue la lectura extensa, no solo de textos de geografía, sino también, y sobretodo, de la literatura inspirada en nuestra tierra. Consulté, por ejemplo, mitos y leyendas pemones recopilados por misioneros españoles como Fray Cesáreo de Armellada; revisité Doña Bárbara y Canaima de Rómulo Gallegos e investigué a profundidad los relatos de los exploradores españoles y también ingleses sobre sus expediciones en el Nuevo Mundo, no solo en Venezuela sino también en las Indias Occidentales, Nueva Granada, México, Perú y hasta Patagonia. Es fascinante apreciar nuestros territorios a través de la mirada de aquellos europeos abrumados por la belleza cruda de nuestros paisajes y la promesa de aquellos vastos territorios vírgenes.

Háblame sobre ese mensaje ecologista que tiene Madera Fina.

Es cierto que Madera Fina contiene un mensaje ecologista, aunque debo afirmar que esto no fue intencional. Yo creo firmemente que los que nacimos en Venezuela, cerca de esa tierra de tepuyes que ha sido identificada por los geólogos como uno de los territorios más antiguos de nuestro planeta, somos casi que una extensión de nuestra tierra. Atentar contra nuestra riqueza natural es, literalmente, atentar contra nuestra propia vida. ¿Qué sería de Venezuela y de nosotros los venezolanos si permitiéramos la destrucción del Parque Nacional Canaima? ¿Con qué cara nos podríamos hacer llamar venezolanos si nos hacemos la vista gorda ante la contaminación de nuestros lagos y ríos y ante la tala indiscriminada de árboles y bosques enteros?

Las amazonas de Madera Fina viven bajo la premisa de ser orgullosas y humildes en igual medida. Son orgullosas por su espíritu guerrero pero humildes ante el poder arrollador de la naturaleza que las rodea. Esa es parte de nuestra herencia como descendientes de los primeros habitantes de Venezuela y nos hace responsables a todos y cada uno de nosotros de la manera en que nos relacionemos con ella.

La extracción del oro sigue siendo el motivo de la destrucción del ecosistema y la muerte de indígenas en manos de la minería indiscriminada. ¿Cuál es el mensaje de tu novela para esta terrible situación?

El mensaje es que si no protegemos nuestras tribus ancestrales y la tierra que nos alimenta y nos da vida, nos quedaremos sin país, lo cual aplica también al planeta entero. La misión de las amazonas de Madera Fina es inculcar el amor por la naturaleza en sus descendientes, para que todo niño nacido en Venezuela se haga responsable de cuidar a la madre naturaleza. El reto que ellas confrontan en la novela, y que lamentablemente nosotros confrontamos en el mundo real, es cómo erradicar la codicia y la banalidad, cómo estimular la valoración y el amor por lo que parece simple pero no lo es: una semilla que germina, un árbol en flor, un río que corre furioso por su cauce y se desborda, una guacamaya que derrocha en sus gritos la dicha de la libertad.

La diosa venezolana está preocupada por la codicia del hombre blanco, poderoso por sus armas y peligroso por su ambición desmedida.

«Tomará generaciones combatir la codicia humana e idear formas de hacerle entender a los enfermos de esta dolencia, que la fuente de la felicidad no es el oro ni la riqueza, sino el privilegio de existir en estas tierras, de respirar su aire y de deslumbrarnos con su belleza”. (pág.220)

La tercera parte de libro es la historia de Wararí, la guerrera amazona rechazada por su tribu. Su huida en solitario tendrá consecuencias.

Un desafortunado episodio hace que odie al hombre blanco. El nacimiento de su hija Amayá y el posterior encuentro con la cacica Conhorí que le cambiará la vida, le darán sentido a su existencia.

«Temía ser despreciada por mi mechón de cabello blanco y por mi mal carácter, pero pronto me di cuenta de que no tenía nada de qué preocuparme. Desde que pisamos Isla Macagua, las amazonas me trataron como a una más de la tribu”. (pág.258)

¿Qué tiene en común Wararí con la mujer de hoy en día?

Wararí es una guerrera en todo el sentido de la palabra, una mujer hecha de madera fina como tantas venezolanas que hoy en día confrontan enormes dificultades con guáramo, sin amilanar su vehemencia y su fortaleza de espíritu. En Madera Fina, Wararí es víctima de circunstancias que están completamente fuera de su control. En un principio su respuesta es el resentimiento y el odio, pues guerrera y todo, ella también es un ser humano de carne y hueso. Sin embargo, movida por la solidaridad de sus compañeras y amigas amazonas, y el regocijo que le produce su labor como guardiana de Auyantepuy, Wararí termina perdonando. Ella supera con heroísmo el resentimiento para dar cabida a la esperanza de una promesa de país, en el cual todos, incluidos los europeos, tienen cabida siempre y cuando aporten y no resten.

«El espíritu amazona importa mucho más que tu orgullo, Wararí, Si nos dejamos masacrar, no habrá legado, no habrá chaima, warao, arawaco, ni amazona en la sangre de los niños nacidos aquí ¡Ese debería ser tu verdadero temor, Wararí! Nuestra desintegración sería lo peor que podría sucederle a Venezuela”. (pág. 336)

La tierra venezolana es protagonista fundamental en esta muy bien documentada historia de Madera Fina.

Leer la novela de Virginia Anzola-Vitols es reconciliarse con la naturaleza y convivir en armonía con ella. El libro nos deja un poderoso mensaje sobre el poder que emana del territorio y nos advierte sobre la acción depredadora de los “cazadores de fortuna”, que lamentablemente, siglos después, sigue estando vigente.

Subsiste la reflexión sobre la sabiduría de las tribus indígenas, ignorada y pisoteada por el conquistador y todavía, desafortunadamente, subestimada en nuestras naciones suramericanas.

Leer Madera Fina es sentir amor por Venezuela y por sus mujeres, es llenarse los pulmones de aire puro y sobre todo, es respetar las tradiciones ancestrales dándole valor y fuerza a la narrativa oral para que las etnias indígenas puedan sobrevivir generación tras generación.

«De origen veneciano, Vespucci fue quien bautizó aquel territorio como Venezuela- Pequeña Venecia-, precisamente porque las chozas erigidas sobre el agua y las curiaras le recordaban su ciudad natal de canales y góndolas”. (pág.92)


Virginia Anzola-Vitols (Caracas, 1978) es Licenciada en Literatura Comparada de Emory University en los Estados Unidos y tiene un postgrado en Traducción de la Universidad de Birmingham en el Reino Unido. Vive en Londres con su esposo y sus dos hijos desde 2007 y se dedica a la enseñanza de idiomas modernos en una escuela secundaria en Londres. Madera Fina es su primera novela.


Detalles del producto
  • Editorial ‏ : ‎ publicación independiente 
  • Idioma ‏ : ‎ Español
  • Tapa blanda ‏ : ‎ 371 páginas
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 979-8516796937
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